Bienvenidos a ELÉCTRICA OBSESIÓN


Donde doy vida de nuevo a los personajes que me atraparon y me arrastraron a su mundo, uno que sólamente es posible entre las páginas de un libro.
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CoreanoÁrabe

jueves, 30 de septiembre de 2010

Como la crema y la canela - Cap 08 - Un paseo por las nubes


CAPÍTULO 8 – UN PASEO POR LAS NUBES

NESSIE POV

Siempre había imaginado que lo peor de ir en moto a toda velocidad sería el frío gélido azotándote, claro que, obviamente, al ir de paquete quedarías relativamente a cubierto tras el cuerpo del conductor. Sin embargo mi experiencia fue un poco más acogedora. Cierto que sentía una fuerte brisa pasar rozando mis costados, pero... era sorprendentemente, ¿cómo definirlo?... agradable, por el contraste que suponía.

Por esa misteriosa reacción química desatada en cadena que llamamos "amor a primera vista", a estas alturas era inútil amen de ridículamente infantil tratar de seguir negándomelo a mí misma, cualquier contacto físico con Jacob Black producía una intensa sensación calórica en mi ser, y... bueno... ahora mismo... digamos que estaba estrechamente abrazada a una estufa a pleno rendimiento, aunque a salvo de las dolorosas quemaduras y sus inseparables amiguitas las ampollas.

Una vez que salimos a la autopista, Jake aflojo considerablemente el gas, cosa que agradecí en el acto, aunque no tanto como cada vez que nos cruzábamos con algún enorme camión cargado de troncos. Al principio me estremecía solo de pensar lo que habría pasado si al tomar una de las muchas curvas cerradas nos hubiésemos topado con uno de ellos a la velocidad en que dejo atrás la reserva. Sin duda aquella autopista serpenteante entre un denso bosque cerrado, y por lo tanto plagada de largos tramos eternamente mojados y puntos muertos, era una autentica trampa mortal para los amantes de la velocidad.

Pero como por fortuna mi conductor daba muestras evidentes de ser un chico responsable, que además conocía de sobra todos los peligros que encerraba, enseguida me relajé lo suficiente como para disfrutar de las vistas acurrucada contra su espalda sin que me importasen demasiado todos esos camiones.

Ni una sola vez pregunté a donde íbamos, ni siquiera cuando atravesamos y dejamos atrás Forks. Irracionalmente estaba dispuesta a ir a cualquier parte con él. Realmente no le conocía apenas, y aún así jamás me había sentido más segura y protegida en toda mi vida que cuando estábamos juntos. Quizá en los brazos de mi padre cuando pequeñita pero... no quería pensar en eso ahora o acabaría poniéndome triste y melancólica.

Eso me recordó que tenía que llevar a arreglar el cierre de la cadena de mi guardapelo. No estaba segura de si estaba fallando o lo había cerrado mal esa mañana cuando me lo quité para ducharme... pero no quería correr riesgos.

No necesitaba tocarlo para sentirlo aprisionado entre nuestros cuerpos. Así que por una vez me contuve de hacerlo. Al parecer era una especie de habito que solía realizar, de forma consciente o no, cada vez que me acordaba de papá.

Port angeles era mucho más elegante y encantadora que Forks para los turistas, saltaba a la vista por el elevado numero de ellos que se veía por doquier. No obstante para mí, probablemente otra prueba fehaciente de "lo bicho raro" que era, resultaba un tanto prefabricada.

Ni siquiera el pintoresco paseo marítimo cerca de la bahía, donde acabamos en nuestro deambular sin rumbo fijo, pudo mitigar esa impresión.

Apenas habíamos hablado nada, aparte de corroborar que me había salvado de tener que salir huyendo de la puerta del instituto. De nuevo las palabras no parecían necesarias. Podría pasarme horas en su compañía sin despegar los labios.

Un grupo de esculturales "barbies", enfundadas en pantaloncitos extra-cortos y con los ombligos al aire, avanzaban en nuestra dirección sin parar de comérselo con los ojos entre risitas tontas y cuchicheos y... literalmente la sangre comenzó a achicharrarme las venas. Deseé ser tan descaradas como ellas para colgarme de su cintura y así demostrarles que era mío.

En mi imaginación, el único sitio donde todo es posible, él pasaría enseguida su brazo alrededor de mi cintura pegándome estrechamente a su costado para después besar mi cabeza apoyada en su pello... y yo les sacaría la lengua. Eso plantó mis pies sobre la tierra. Esa reacción tan infantil fue el toque de atención de mi cerebro para obligarme a volver a la cruda realidad. Ni siquiera tenía derecho, y mucho menos valor, para tomarle de la mano. Tal vez por eso no había fantaseado con un beso de verdad.

Reprimí el dolor y la rabia. Temerosa de no poder ocultarlos del todo, decidí mirar al suelo hasta que pasaran de largo... aunque al tenerlas a nuestra altura fui débil y, por el rabillo del ojo, constaté con gran alivio para mí pobre corazón que Jake no se dignó a mirarlas. Tampoco lo hizo ni dio cualquier otra muestra de darse por aludido cuando una de ellas, la más vulgar y descarada, gritó nada más dejarnos atrás "guapo" y silbó.

Sonreí feliz y me permití bromear.

- Lo siento. Parece que te estropee un ligue.

No me contestó. En vez de eso tomó mi mano y me arrastró fuera del paseo.

Desconcertada y con el corazón a pleno rendimiento busqué su mirada. A pesar de que tenía la cabeza girada hacía el paseo que acabábamos de abandonar juraría que estaba molesto. Murmuró una maldición, confirmando mi sospecha, y después se volvió hacía mí y me sonrió con ternura. Entonces supe que no era yo ni mi broma, ni tan siquiera esas chicas, las causantes de su malestar.

A nuestras espaldas, justo donde estábamos apenas unos segundos antes, divise a un par de chicos notablemente pasados de copas que nos observaban. En cuanto se dieron cuenta de mi mirada uno de ellos me lanzó un beso, el otro hizo un gesto obsceno mientras gritaba a pleno pulmón: "¡Deja a ese indi y ven a probar lo que este blanquito tiene para ti, nena!"

Jake gruñó y trató de soltarse. Instintivamente reforcé mi agarre empleando ambas manos para retenerlo a mi lado. Temblaba de pies a cabeza de pura rabia contenida, por lo que temí ser demasiado débil y que se zafase de mi agarre como un pez resbaladizo. Para evitarlo concentre mis esfuerzos en anticiparme a sus movimientos, así fue como logré girar con él, de modo que mi cuerpo interceptase al suyo, sin dejar de sostener su mano con mi izquierda mientras me aventuraba a poner la derecha sobre su ancho pecho. Este parecía un mar embravecido e hirviente bajo la palma de mi mano.

- Jake, olvídate de él. Por favor, Jake, miramé –Susurré, aunque sin muchas esperanzas de obtener resultados, haciendo caso omiso de la perorata que aquel imbécil inmaduro seguía gritando con aire burlón para provocarle más y más.

Para mi sorpresa, centró su mirada en mí de inmediato. Y cuando sonreí y negué vehementemente con la cabeza me devolvió la sonrisa mientras cubría con su manaza la que yo mantenía descansando contra su pecho, que ya no temblaba, y se la acercó a los labios. Sin decir ni media palabra ni mirar más allá de mí, dio media vuelta y reemprendimos nuestra marcha aun tomados de la mano.

JAKE POV

Para cuando Nessie intervino yo ya estaba casi controlado. Obviamente no planeaba entrar en fase para ponerle los puntos sobre las ies a ese cerdo. Pero aún así ese tipejo, y más concretamente su nariz, nunca sabría la inmensa suerte que tubo de que mi niña me parase.

Yo ya era, por así decirlo, un lobo maduro. Hacía tiempo que había dejado atrás el periodo de inestabilidad en el que cualquier molestia, por pequeña que fuese, te enfurecía de tal manera que provocaba la combustión interna que, por aquel entonces, inexorablemente consumía todo a su paso hasta finalmente hacerte estallar liberando al implacable espíritu defensor. Ahora tenía la experiencia y resistencia necesaria para generarla o sofocarla a voluntad. Y como siempre, desde el primer día, desde el instante mismo en el que me ayudaron a entender y asimilar todo lo que me estaba sucediendo y lo que implicaba, seguía teniendo muy claro cuando, donde y contra quien emplearlo.

Lo cual no impedía en absoluto que, en mi forma humana por supuesto, pudiese darme la satisfacción de impartir una lección de buenos modales a aquel idiota siempre y cuando me serenase lo suficiente para no dañarlo seriamente. Algo que, debía admitirlo, me era mucho más complicado cuando el objeto de mi adoración era la destinataria de la ofensa, pero que de todas formas y en el peor de los casos me llevaría solamente un par de minutos a lo sumo.

Así pues, pese a que seguía pidiéndolo a gritos, nunca mejor dicho, aquel imbécil jamás sabría lo mucho que tenía que agradecerle a aquella vocecita que apenas le salió del cuerpo, ni a la tibia y pálida mano que temblaba casi imperceptiblemente sobre mi agitado corazón. Aunque lo que realmente debería venerar eran aquellos ojitos llenos de temor por mi persona. Ellos fueron los que me instaron a dar media vuelta zanjado el asunto.

Buscando olvidarnos cuanto antes de tan desagradable vivencia solté lo primero que se me ocurrió. Como habíamos desembocado a la calle donde estaban concentradas todas las grandes tiendas no fue nada demasiado brillante, aunque si que me daría pie para la charla que tenía en mente desde el día anterior y que había ido posponiendo.

- En Forks no hay de estas, –señalé con la cabeza el escaparate lleno de ropa que nos quedaba más cerca– así que tendrás que acudir aquí para comparte el "modelito" para el baile de fin de curso.

- Sí claro, como si fuese a necesitarlo. –Comentó resueltamente sin un ápice de pesar en la voz, aunque en sus ojos destelló el inconfundible anhelo por lo que no se ha vivido por imposición ajena.

- Bueno... lo necesitarás si aceptas que te lleve yo. –Murmuré entre susurros para después apresurarme a añadir en tono normal– ¿Estarías dispuesta a asistir a clase en el instituto de Forks? Billy es muy amigo del Jefe de policía de allí... Charlie Swan es un tipo algo reservado pero buena gente, te caería muy bien, y estoy seguro de que estaría encantado de hablar con el director y resolverte todo el papeleo si se lo pidiésemos. Así no supondría ningún trastorno para tu madre y tú te podrías incorporar inmediatamente.

Sus labios formaron una perfecta y fugaz O antes de que, cediendo a la inseguridad y el nerviosismo, sus dientes torturasen al inferior y sus mejillas se llenasen de color.

- Te lo agradezco Jake, en serio, pero... –el rojo se intensifico– no tienes que sacrificarte por mí. Nunca he asistido a ninguno así que no será algo que eche de menos.

« ¡Maldita sea!, pues si que nuestros hijos van a tener un oído fino, sí. ¿Será por eso que me imprimé de ella? –Pensé estúpidamente antes de centrarme en lo verdaderamente importante. A partir de ahora debería tener en cuenta esa extraordinaria característica física de su personita, o sea que nada de cuchicheos para mí mismo fuera de mi cabeza. »

- En cuanto a lo otro... No puedo ir al instituto de Forks, así que...

- ¿Por qué no? –La interrumpí tan ansioso de llegar al meollo de la cuestión como de alejarnos del tema anterior. Ya habría tiempo para ahondar en el más adelante. Cuando nuestra relación hubiese madurado lo suficiente y yo realmente estuviese preparado para afrontarlo.

- En primer lugar. –fue enumerando con los dedos– Está demasiado lejos. Me supondría una larga caminata ir y volver. Eso sin contar con que acabaría cogiendo una pulmonía... lo que nos lleva al segundo lugar. Te recuerdo que aquí lo raro es que brille el sol –añadió con un punto sarcástico en la voz alzando una ceja de un modo tan encantador que me dieron ganas de comérmela a besos.– Y en tercero... –suspiró desalentada– ¿Qué cambiaría eso?

¿Qué cambiaría eso?... Tragué con dificultad, pues la garganta repentinamente pareció cerrárseme y la boca se me quedó más seca que el esparto. ¿Qué cambiaría eso?... Buena pregunta. La pregunta del millón en realidad y la que me había mantenido despierto toda la noche, sopesándola una y otra vez hasta que la cabeza amenazó con estallarme y tuve que salir literalmente "por patas" para tratar de despejarme un poco correteando por el bosque. Claro que para mí tenía unas connotaciones diferentes, y por lo tanto las respuestas que barajaba también eran diferentes.

Tenía muy buenas razones para afirmar que esa era la única parte que no me gustaba de mi plan. Era la que hacía tan duro para mí planteárselo y casi insufrible llevarlo a cabo. Allí, en la reserva, me sentía seguro. Los estúpidos prejuicios hacían que los chicos no viesen lo maravillosa y hermosa que era... pero en Forks tendría muchos competidores. Puede que en su pequeña parcela del mundo de Phoenix también estuviese rodeada de imbéciles de mente tan estrecha como para no ver más allá de su mezcla racial... sin embargo en Forks se le pegarían como las polillas a una bombilla encendida. Para mi desesperación estaba más que seguro de eso.

Tomé aire y me recordé las palabras de Paul: «"¿ Tan poco te estimas como para no poder aguantar un poco de sana competencia, chaval? " »

Además, lo importante eran ella, su bienestar y que así pasaríamos tiempo juntos sin necesidad de buscar una excusa diaria, ¿no?. Centrándome solamente en estos pensamientos positivos, solté todo el plan de carrerilla imitando su método de exposición.

- Primero, no caminarías ni te mojarías. Además de esta moto tengo un Volkswagen Rabbit del 86 que funciona a las mil maravillas, yo mismo lo reconstruí pieza a pieza, eso resuelve también el punto número dos. –Me obligué a sonreír mostrándole dos dedos–. Y tercero... Te suena de algo la frase: "No tienes nada que perder" ¿O es qué acaso echarías de menos a tus actuales compañeros de clase? Dime, ¿qué tiene de malo ampliar horizontes, probar cosas nuevas y todo eso?

Sus hermosos ojitos, que se fueron agrandando conforme soltaba mi discurso, no parpadearon durante los eternos minutos que guardo silencio. Espere muriéndome por dentro a que mis palabras calaran en ella. Deseaba tanto borrar aquel reflejo escéptico de su mirada.

- No hablarás en serio, ¿verdad?. Jake, no puedes llevarme y traerme todos los días de La Push a Forks.

- ¿Qué te apuestas a que sí? –Repuse con calma alimentando su asombro.

Si mi niña supiese lo poco que me costaría hacerlo sobre mi lomo...

N/A: Al fin pude regresar... no se imaginan cuanto me duele fallarles chicas. Bueno, ahora a lo importante. Se lo dedico a mi Aroa del alma y a Romina Britos. Gracias Romina por mostrarme el camino para tener música en mi blog y por ser como eres conmigo a pesar de conocernos desde hace tan poquito. También a Mica Lautner, Milita y Mony Black, Yazmin, Giobanna, blanca Black Cullen... y a todas las que me esperais con paciencia propia de un santo(Perdón por los nombres que me dejo atrás). Por vosotras seguiré acostandome tardisimo para escribir.

Electrica.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Septimo puesto y mención especial en el concurso de Lullaby


Electrica! Quiero saber más de Alice, su historia es maravillosa y tu plasmaste esta viñeta de lo más lindo, gracias hermosa por participar, te quiero mucho!
Lullaby

Gracias Lu por incluirme en una de tus tres menciones especiales y enhorabuena al resto de chicas, quedasen en el puesto que quedasen, sus 25 historias son fantasticas. Gracias también por los votos que me dieron ese 7º puesto... Felicidades Neny, mi linda hermanita, por tu 6º.
Electrica

jueves, 16 de septiembre de 2010

REGALO PERSONALIZADO DE MI NENY


(http://relatoscullenlovesswan.blogspot.com - Mis historias con Edward y Bella)

Hoy recibiran un regalito tres personas escenciales en mi vida...
Explicare el porque hoy seran ellas...MIS HERMANAS

La segunda personita es quien se transformo en mi hermana trasnochadora y porfiada pero que amo con todo mi corazon. Quien me enamoro de un Jamie adolecente y de una desconocida Elen. De quienes ahora no me despego por nada del mundo ^^
Porque fuiste parte de mis crisis exisitenciales y te convertiste en mi hermana lemmonera. Porque sabes que es facil hablar de cualquier tontera conmigo y de lo mas profundo de del mundo. Porque se que si me hacen daño nadarias ese maldito charco que nos separa por defenderme y creeme que yo haria lo mismo por ti
Mi hermana Electrica Cullen Black....alejate de los aparatos desenchufados..jajajajaj I LOVE YOU!!!

lunes, 13 de septiembre de 2010

SEPTEMBER 4


Summary: Hay días que te cambian la vida para siempre. Para Edward y Bella fue un cuatro de septiembre.

Characters: Bella /Edward

Raiting: M

SEPTEMBER 4

Bella Swan se removió incomoda en el asiento. Era absurdo, por supuesto, pero... sentía todos los ojos del local sobre su persona. No como si estuviesen juzgándola, que va, era mucho peor... los notaba como pequeñas ascuas incandescentes atormentando su delicada y nívea piel; tanto la que el recatado vestido de tirantes anchos dejaba expuesta como la que ocultaba.

Tomo la carta buscando distraer la mente y lograr así alejar momentáneamente esa sensación. Leyó hasta la última palabra como si se tratase de la novela más intrigante del momento, es decir, tratando de imaginar el aspecto, textura, sabor y olor de todos y cada uno de los platos que la componían... más fue inútil.

Un furtivo vistazo a su alrededor le confirmo lo que ya sabía, nadie la estaba observando. Bueno... quizá un grupo de jóvenes acodados en la barra del bar situada en el otro extremo del local, pero... no podría asegurarlo. Después de todo puede que fuese una simple casualidad que sus ojos se hubiesen cruzado un par de veces con los de alguno de esos tres chicos.

Por enésima vez, agradeció enormemente que su amiga y compañera de piso, Alice, tuviese esa noche su propia e importantísima cita, pero más aún que el amor de su vida fuese Jasper Whitlock.

Estaría eternamente en deuda con el buenazo, maravilloso, y sobre todo considerado Jazz por "arriesgar su vida" pasándose a recogerla con media hora de antelación sobre el horario previsto. El guiño y la frase susurrada durante la despedida: "aprovecha la libertad Bells", no dejaban lugar a dudas. Aquello fue una decisión premeditada, no la consecuencia lógica de una exacerbada actitud previsora ante la amenaza de trafico denso con altas probabilidades de atascos, como alegó con carita angelical ante la de pocos amigos con que le recibió su novia aún sin arreglar.

Él conocía perfectamente a su chica, sabía que no cejaría hasta encargarse del look para "la gran noche", como llevaba denominándola durante toda la semana... e intuitivo como siempre, también supo lo que supondría para "la pobre victima", o sea la tímida y patosa de Bella, tener que lidiar con un minúsculo vestido y unos taconazos de vértigo. Así pues, haciendo honor a su natural carácter piadoso y galante, pensó en un modo para concederle la oportunidad de deshacerse del atuendo de "mujer fatal", maquillaje incluido, con el que aquel duendecillo loco por la moda sin duda se empeñaría en disfrazarla para, según sus propias palabras, deslumbrarlos a todos.

Oportunidad que, por descontado, Bella aprovechó de inmediato reemplazando el ajustado vestido de satén azul con su espectacular escotazo, la espalda al descubierto y el dobladillo a medio muslo por otro cincuenta por ciento lino, cincuenta por ciento algodón con tirantes anchos y amplia falda por debajo de la rodilla. También se desprendió del elegante par de "rompe tobillos" con tacón de aguja trasparente y cintas de seda. En su lugar escogió unas cómodas sandalias planas de cuero marrón.

Junto a la comodidad y confianza de volver a llevar su ropa interior habitual, nada de minúsculos tangas y parches en vez de sostén,el pelo suelto y la cara lavada y libre de cualquier potingue completaron los cambios necesarios para que volviese a sentirse ella misma; para que el espejo mostrarse una imagen en la que, aunque distaba de agradarse, al menos le permitía reconocerse.

Suspiró. ¿En que demonios estaba pensando cuando acepto acudir a aquella cita? ¿Qué hacía que no se marchaba? Estaría justificado pues ya llegaba media hora tarde... sin embargo no sería del todo correcto ¿Y si él no venía o... peor aún, lo había hecho y al verla se había largado sin más?

Sacudió la cabeza dolida por su propio comentario. No él no haría una cosa así. Él no era de esa clase de hombres, ¿verdad?. Además, no es que fuese una cita a ciegas ni nada de eso. No habían recurrido a la típica flor en la solapa para él y determinado libro para ella como en las películas anticuadas, pues ambos conocían de sobra el aspecto del otro. Así que no podría sentirse decepcionado al verla... ¿o sí?.

Tragó en seco el nudo que, procedente del estómago y ascendiendo con celeridad hasta atorarse en la garganta, amenazaba con cortarle el suministro de aire de un momento a otro; mientras la rabia y la frustración hacían de las suyas llevando al borde de las lágrimas los ojos que a él tanto le gustaban, sus dos diminutas tacitas de chocolate, como solía describirlos.

¿Por qué le hizo caso a Alice y sus optimistas estadísticas sobre el elevado numero de parejas estables y/o matrimonios, que iniciaron su feliz relación con unas conversaciones amistosas vía chat o messenger?. Obvio. Porque siempre las remataba con su propio caso como ejemplo fehaciente, recitando como si se tratase de un poderoso mantra: O si no, fíjate en mí, Bells.

Aquella frase esperanzadora comenzaba a perder todo su poder de convicción a pasos agigantados. El hecho de que ella y Jazz llevasen cerca de un año juntos; de que si nada ni nadie lo impedía por las malas, apartir de esta noche empezaría la cuenta atrás para que sellasen su particular pacto de amor ante el altar... no garantizaba, ni lo más mínimo, que a todo el mundo le fuese a funcionar.

Suspiró lánguidamente, y negándose a reconocer el atisbo de la envidia sana que envolvía al pensamiento causante de tal suspiro, se preguntó cual habría sido el método ideado por aquel imaginativo angelote rubio para sorprender a su amiga con la preciosa sortija que ocultaba en el bolsillo interior de la elegante chaqueta... y por supuesto, con la pregunta decisiva que la acompañaría, confiriéndole un valor sentimental incalculable. Quizá, optando por la clásica pose, en este preciso instante ya estuviese arrodillado ante ella.

Un nuevo y prolongado suspiro escapó de sus labios ante la vivida recreación de tan romántica escena.

Lástima que Alice, gracias a su sexto sentido rallando el don premonitorio, ya se "oliera" algo. En muchas ocasiones era verdaderamente molesto, aunque no tanto como su impaciencia. Sin duda acabaría obligando al pobre Jazz a precipitar su declaración restándole un tanto de lucimiento, pero... tal y como él solía decir: "Alice es una fuerza descontrolada de la naturaleza, el contrapunto perfecto para su excesiva calma y... tal vez por esa misma razón, la mujer de su vida".

Desde muy temprana edad, Edward Cullen fue un niño disciplinado, responsable y con un gran sentido del honor y el respeto hacía el prójimo. Esas cualidades, tan en desuso hoy en día, le habían granjeado en más ocasiones de las que podría recordar, caso que estuviese dispuesto a hacer el intento, ser el objeto de burla de sus compañeros a lo largo de todas las etapas de su vida estudiantil; pero no por eso renunció jamás ni a uno solo de sus principios.

También poseía una mente ágil y habida de conocimiento,un ego casi inexistente y una infinita paciencia.

Por todas esas razones, el doctor Carlisle Cullen solía decir con manifiesto orgullo que su hijo menor reunía los requisitos necesarios para ser el mejor en el campo que había escogido. Y es que Edward estaba a punto de graduarse en una carrera en la que tendría que afrontar situaciones extremas casi a diario, y tomar decisiones sobre la marcha al respecto con la mayor celeridad y precisión posible. Una en la que cualquier mínimo error o vacilación podría costarle a alguien el más alto de los precios, la vida.

Padre e hijo no solamente compartían la vocación por sanar a los demás, también la firme convicción de que un buen facultativo debía ser ante todo humano; es decir alguien cercano, compasivo y atento con sus pacientes. Un criterio que por desgracia no estaba contemplado en ningún libro de texto ni ninguna tesis o estudio, y que por ende era rápidamente sacrificado, en el mejor de los casos durante el primer año de residencia, por todos los médicos, salvo contadas y honrosas excepciones, en aras de una supuesta mayor profesionalidad y eficacia.

Edward confiaba plenamente en sus capacidades para superar cualquier obstáculo. Le deparase lo que le deparase el futuro, seguiría los pasos y enseñanzas de su progenitor... lograría evitar caer en aquel despropósito ridículo como solía clasificarlo Carlisle.

Esta noche sin embargo toda su seguridad en sí mismo se tambaleó conforme encaró la puerta del restaurante... De repente su plan ya no parecía tan adecuado.

Emmett, su confidente y mejor amigo al margen de la feliz circunstancia de ser su hermano mayor, percibió de inmediato el cambio operado en su ánimo.

- Hey, no estas obligado a hacerlo... siempre puedes llamarla por teléfono para explicárselo –Ofreció posando su mano derecha sobre el hombro que le pillaba más cerca, frotándolo a continuación en un intento por reconfortarlo de alguna manera.

- En eso te equivocas Em, claro que tengo que hacerlo –contestó con aire derrotado, para luego y tras un suspiró de pura frustración añadir entre dientes, mostrando el alto grado de resentimiento furioso acumulado hacia el culpable de cargar sus hombros con aquella obligación ineludible– James usó mis fotos, mis recuerdos y un remedo de mi forma de ser para atraerla hasta aquí. Por lo tanto es a mí a quien esta esperando y... –se le quebró la voz y tuvo que carraspear para recuperarla mientras cerraba los ojos y se pellizcaba el puente de la nariz con el pulgar y el índice– seré yo quien la dañe haga lo que haga.

- Lo pagará hermano. En tu portátil hay suficientes pruebas como para hacer que se le caiga el pelo. Uso y apropiación indebida de equipo informático, suplantación de personalidad, piratería informática... –Sus ojos adquirieron un brillo especial conforme enumeraba los cargos– Uff presenta la denuncia y déjame a mí el resto.

Por su aspecto físico, cualquiera achacaría a Emmett Cullen ser el capitán del equipo universitario de fútbol y mantenerse en sus estudios gracias a ese estatus pero... nada más lejos de la realidad. Lo cierto era que hacía ya tres años que el mayor de los hermanos Cullen había conseguido graduarse por meritos propios entre los diez mejores de su promoción; y que en estos momentos trabajaría en uno de los más prestigiosos bufetes de abogados de la ciudad, donde por cierto se le auguraba un futuro brillante, de no ser por su empeño en negarse sistemáticamente a defender a todo aquel que consideraba culpable.

En vez de eso, y para mayor orgullo de sus padres, Carlisle y Esme, tras la correspondiente renuncia y/o despido, según se mire, montó el suyo propio junto a un compañero con similares valores éticos y morales.

- Esta claro que ese cerdo no es ningún estúpido, simplemente no contó con la posibilidad de que regresaras antes de la fecha prevista. Indudablemente para cuando eso ocurriese habría hecho desaparecer todo sin dejar rastro, salvo el inevitable por supuesto. –Se encogió de hombros–. Eso no le preocupaba lo más mínimo, la única forma de que te enterases era demasiado remota. ¿Cuántas probabilidades había de que te topases con esa pobre chica? –Sacudió la cabeza esbozando una sonrisa sarcástica–. Lo peor de todo es que si hubiese llegado a suceder... la habríamos tomado por una loca obsesionada contigo dios sabe porque.

- Sí, tienes razón. Jamás la habría creído.– Combino Edward– Y pensar que, de no ser por el adelanto del examen de anatomía... él habría salido totalmente impune.

- ¿Totalmente? –Inquirió el hermano y no el abogado.

- ¡Oh vamos, Emmett!. Te agradezco lo que intentas hacer, pero sabes tan bien como yo que en el fondo no hay caso. No podemos demostrar que fuese él quien escribió todos esos correos y por lo tanto todo se reducirá a su palabra contra la mía. Incluso el más inepto de los abogados contraatacaría alegando que todo es obra mía... una retorcida y artificiosa venganza por cualquier trivialidad que se les ocurra.

Por primera vez en toda la noche, Emmett Cullen analizó con fría imparcialidad las pruebas. Contaban con una confesión completa de todas sus fechorías redactada por el propio "acusado" en forma de un jactante correo electrónico dirigido a sus colegas. Seguramente había quedado archivado en "borradores" por obra y gracia de tardar demasiado en ser enviado y no a propósito como todos los demás. Esa era la piedra angular de la acusación y... Edward tenía razón. A los ojos del tribunal podría haberlo escrito cualquiera.

- ¡Malditasea! –Bramó. Odiaba tener que admitir una derrota, sobre todo cuando ni siquiera le daban la ocasión de presentar batalla.– Odio mi trabajo cuando permite a gentuza como James irse de rositas.

- ¿¡ Cómo puede haber tipos así, y que demonios sacan con cosas como esta ! –Intervino Peter, un amigo fiel desde que tenían uso de razón, el tercer mosquetero por así decirlo, tragándose a duras penas el insulto que pugnaba por brotar de sus labios sustituyendo a la palabra tipos de viva voz igual que lo hacía en su cabeza.

- No lo sé. Pero me alegro de no ser uno de ellos. –Concluyó Edward entrando al local con decisión.

Peter y Emmett le siguieron prestos a cumplir su cometido.

Se suponía que le acompañaban para igualar fuerzas caso que James y sus secuaces anduviesen por allí, pero... la verdad era que ambos, y sin ponerse previamente de acuerdo, tenían otras intenciones. No estaban dispuestos a permitir al pequeño de los Cullen participar en aquella pelea bajo ningún concepto. Él debía quedar libre para ocuparse de la tarea más delicada y ardua.

El local no era muy lujoso, pero aún así enseguida apareció una chica para atenderles, libretita en mano. Edward probó suerte preguntando por una reserva a su nombre mientras barría la estancia con la mirada. Distaba mucho, y por múltiples motivos, de ser el sitio que él habría escogido para una primera cita.

Para empezar, el ambiente estaba sobrecargado de ruido y humo, la decoración... bueno, digamos que no encajaba exactamente con su idea de una velada romántica y, por si fuera poco, estaba la cuestión del bar con su extensa y variopinta clientela. Este estaba situado a la izquierda, delimitado apenas por un amplio y rustico arco de bloques desiguales de piedra; lo que no ofrecía mucha intimidad a los comensales respecto a los parroquianos asiduos que acudían simplemente a tomarse unas copas.

- Eh... sí, pero debe haber un error Señor Cullen. –Dijo la chica tras consultar las primeras paginas de la libretita– Me temo que tengo anotada una mesa para dos y hace un buen rato que instalé en ella a una señorita que... –sus ojos viajaron nerviosos de aquel Dios griego a sus acompañantes, apuestos también a su manera, deseando fervientemente que alguno de ellos anunciase que aquella chica era su compañera.

- Todo correcto querida. –Interfirió Emmett desmoronando sus expectativas– Nosotros pasaremos al bar– Aclaró reteniendo a su hermano por el hombro al tiempo que Peter le cerraba el paso con su cuerpo.

Los tres habían divisado a los malos y... ya no era necesario que la solicita "metre guión camarera" les indicase la ubicación de la mesa donde esperaba Bella. Quedaba bastante clara siguiendo la dirección de sus miradas llenas de perversa diversión.

- Eddie –susurró el mayor de los Cullen al oído de su hermano, indicándole con la un movimiento de cabeza a la pobre victima de aquella cruel broma.– ¿No crees que ya ha esperado bastante? Ve con ella y deja que nosotros nos ocupemos de ellos.

- Pero son tres. No es justo que os meta en una guerra que ni siquiera es la vuestra para luego abandonar el campo de batalla, dejándoos encima en inferioridad numérica. –Protestó en voz baja un Edward abrumado por el peso de la necesidad de estar en dos sitios a la vez.

- ¡¿Bromeas? . Eso hará que sea mucho más divertido. – Respondió en voz alta un risueño Emmett, olvidando la indiscreta compañía femenina.– Ahora que le echo la vista encima a tu nuevo compañero de habitación, resulta que no tiene ni media torta. Tres contra tres sería demasiado fácil.

- Cierto –Concordó Peter– Mmm... desde que te dejé has bajado mucho la calidad de tus compañías, chaval. Ya ni siquiera prometen una pelea como Dios manda. –Bromeó. Guiñándole seguidamente un ojo a la desconcertada empleada, buscando así distraerla y quitarle, de cara a sus ojos, algo de hierro a la situación.

Funcionó a las mil maravillas. La pobre tonta rió coqueta pensando que, después de todo este tampoco estaba mal y comenzó a trazar estrategias para seducirlo. Desde luego no podía saber, y puede que tampoco le importase de todos modos, que a principios del verano anterior aquel chico y su novia formal, Charlotte, decidieron dar un paso más en su relación e irse a vivir juntos.

Fue entonces cuando la dirección de la residencia universitaria, sin consulta ni aviso previo de ninguna clase, aprovechó la plaza vacante instalando a aquel completo cretino en la vida de Edward. No se conocían con anterioridad pero bastó un escaso cuarto de hora para que ambas partes decidiesen que no merecía la pena el esfuerzo de cambiar realmente ese estatus. Eran como el agua y el aceite... se toleraban pero jamás se mezclarían.

El pequeño de los Cullen era tenaz aunque también sabía cuando darse por vencido. Estudió apenas unos segundos los rostros de su hermano y su amigo, para acto seguido sacar de su ensoñación lujuriosa a la camarera preguntándole donde estaba su mesa. Obviamente no necesitaba que le acompañase, pero al margen de que ese era su trabajo y por lo tanto lo más indicado, también le serviría para mantenerla alejada de ellos proporcionándoles libertad de movimientos.

- Esta bien. Denme diez minutos para sacar a Bella de aquí. –murmuró sobre su hombro.

Peter sonrió y alzó la mano mostrando el universal signo del O.K. Después lanzó una mirada impaciente hacía "el objetivo". No es que se hubiese criado en un conservador ambiente sureño que potenciase el sentido de la caballerosidad y la defensa de las damas, ni nada parecido. Simplemente era un defensor acérrimo de sus amigos.

Para Emmett en cambio era una cuestión doblemente personal. Primero e indudablemente porque James Gigant había usurpado la identidad de su hermano, y segundo porque lo había hecho para dañar a una chica... un tema especialmente candente para él, sobre todo desde que conoció al amor de su vida. Un ángel rubio al que le destrozaron las alas una fría noche de invierno.

Hace justamente tres años, Rosalie Hale fue hallada prácticamente muerta y semi enterrada en el parque cercano a su casa por un madrugador aficionado al atletismo. Su prometido y cuatro amigotes borrachos y desalmados la habían abordado cuando regresaba de visitar a una amiga... Se divirtieron agrediéndola brutalmente tanto física como sexualmente hasta el extremo de darla por muerta.

Por uno de esos caprichos del destino, Rose fue paciente de Carlisle. Emmett no dudó en ir a verla al hospital a ofrecerle sus servicios en cuanto su padre lo permitió, quedando prendado de ella a pesar de las múltiples heridas, contusiones y la más que comprensible hosquedad.

Tras varios intentos frustrados, finalmente aceptó ser su primer cliente. Su caso fue el bautismo de fuego del joven abogado ante los tribunales.

Durante la instrucción del sumario y el posterior juicio, ambos, victima y abogado, Rose y Emmett, llegaron a congeniar bastante; incluso se sintieron mutuamente atraídos... no obstante no se permitieron familiaridades de ese tipo. Él, aparte del echo de que tal comportamiento estaba reñido con la profesionalidad de la que pretendía hacer gala, comprendió que sería rápidamente rechazado; que ella tardaría bastante en confiar de nuevo en un hombre y admitir que se le acercara... Ella por su parte estaba demasiado destrozada como para darse cuenta ni de sus propios sentimientos.

No fue hasta un año después del juicio que Em le pidió oficialmente salir, aunque hasta entonces había optado por hacerse el encontradizo procurando no perder por completo el contacto, y tan sólo habían transcurrido seis meses desde que Rose cedió ante su amable y galante insistencia de ser algo más que amigos; concediéndose así la oportunidad de ser feliz junto a alguien que realmente merece la pena. Alguien que la querrá y respetará siempre.

Bella miro de reojo una vez más a su alrededor, consumiendo los cinco minutos que se había fijado de tope antes de abandonar lo más dignamente posible el restaurante. No sería capaz de resistir ni una sola mirada más de condescendiente lastima por parte de "soy Sindy, su camarera para esta noche" y, aceptémoslo, estaba claro que era victima de un plantón en toda regla. Tan sólo deseaba llegar a casa, encender el portátil y encontrar una perfecta y maravillosa explicación que lo justificase, esperándola en su bandeja de entrada. Se resistía a creer que simplemente hubiese jugado con ella y sus sentimientos... No, no lo creería mientas le quedase alguna alternativa a la que aferrarse.

Enseguida se topo con la cara de pocos amigos de "Sindy", que avanzaba con resolución entre las mesas en aquella dirección, y pensó que quizá, agotada la paciencia del encargado, la mandaban a conminarla a pedir de una maldita vez o abandonar el establecimiento... después de todo, y tal y como le había confesado entusiastamente la chica nada más llegar, no estaban acostumbrados a lidiar con este tipo de situaciones al ser la primera vez que alguien hacía una reserva como en esos "sitios finos". Además, seguramente no se podían permitir el lujo de tener ocupada innecesariamente aquella mesa.

Esos pensamientos desembocaron inevitablemente en otros. Primero pensó que Edward no debía conocer el local y, que al igual que Alice, se dejó llevar por el engañoso nombre... –Aunque de todas formas y pensándolo bien, su querida amiga Al siempre fue, es y será un caso aparte dada su tendencia a exagerar en la elegancia y sofisticación a la hora de arreglarse para salir, fuese cual fuese el destino.– más enseguida las atormentadoras dudas tomaron las riendas ¿Qué había más humillante para una chica que ser plantada en público?... la respuesta dolió como una bofetada por lo cerca que le había andado, aunque tenía que reconocer que su situación nunca habría sido tan extrema en aquel sitio. Aparte de serlo ante el altar, la peor pesadilla de una chica era ser plantada en un tugurio de mala muerte lleno de sinvergüenzas y borrachos lanzados, llevando el más elegante, exclusivo y cortisimo de los vestidos de noche... Pero ¿por qué quería hacerle eso Edward Cullen?

Un par de ojos verdes, una tímida sonrisa torcida y un cabello rebelde disiparon al instantes todas esas tonterías.

En el bar, las risotadas y mofas cesaron de golpe. Ni James ni sus acompañantes salían de su asombro. Dudaron unos silenciosos segundos sobre que hacer, a continuación mantuvieron una acalorada discusión al respecto, todos pretendían escurrir el bulto ante las previsibles consecuencias, finalmente optaron por el clásico y cobarde "sálvese quien pueda" y emprendieron la retirada visiblemente enfadados entre sí. Emmett y Peter les siguieron de cerca, no había necesidad de organizar un revuelo cuando se podía tratar todo discretamente en el aparcamiento.

En cuanto sus miradas se encontraron, Edward supo que no podría hacerlo... por lo menos no tan de sopetón. Lo pospuso diez minutos más, y luego otros veinte mientras charlaban con naturalidad.

Ella no manifestó en ningún momento el enfado que cabría esperar, más bien al contrario, parecía agradecida, como si en el fondo le sorprendiese su presencia. Algo que desde luego le dificultaba mucho más las cosas al joven Cullen. De hecho, ni siquiera le permitió terminar la improvisada disculpa por hacerla esperar que brotó espontánea e inconscientemente de sus labios en cuanto pensó lo mucho que le gustaría conocerla.

Mirándole directamente a los ojos alargo la mano y la deposito sobre las de él, fuertemente entrelazadas sobre la mesa, asegurándole con total tranquilidad que eso ya pertenecía al pasado y por lo tanto carecía de importancia. Acto seguido le descubrió el verdadero grado de inseguridad que la abrumaba, mordiéndose el labio inferior y apartando con brusquedad la mirada y la mano.

Era sorprendente comprobar como aquella chica que tenía frente a sí era exactamente tal y como se mostraba en los correos. Tímida, sensible... tal vez demasiado ingenua... pero sobre todo y para la desgracia y desesperación de Edward, también absolutamente fascinante y encantadora.

En definitiva, constató con tremenda amargura que le gustaba, y mucho.

Maldiciéndose interiormente y fingiendo un tono bromista, propuso comenzar de nuevo partiendo de cero, para acto seguido presentarse.

- Hola, mi nombre es Edward Cullen. Soy estudiante del último curso de medicina y... estoy encantado de conocerla señorita... –Dejó la frase inconclusa a modo de pregunta arqueando una ceja.

Ella le siguió la corriente feliz de oír absolutamente todo de sus labios.

Isabella Swan, Bella para los amigos... amm... segundo curso de literatura.

- ¿Te importa si te llamó Bells? –No quería usar el mismo apodo cariñoso que emplease James, y desde luego , por mucho que se negase a pensar en ello, deseaba ser más que un amigo– ¿Y qué tal si te llevo a un lugar más acogedor y elegante? –Ofreció paseando a modo de disculpa la mirada por las mesas cercanas y la cena que les acababan de servir.

- El lugar y la comida es lo de menos, lo que de verdad importa es la compañía. –Susurró Bella, encendiéndosele las mejillas.

Edward se pasó los dedos por el pelo. Un tic nervioso adquirido durante la etapa más insegura de su vida, la adolescencia, y que con el paso del tiempo había acabado convirtiéndose, junto con la sonrisa torcida, en una de sus señas de identidad.

No podía dar crédito al cúmulo de sentimientos y sensaciones que estaba experimentando. Jamás pensó que alguien pudiese inspirarle ni la mitad... y mucho menos en tan poco tiempo y con tanta intensidad. Con Tania, su gran amor del instituto, y su primer desengaño, ni siquiera había alcanzado una tercera parte.

Treinta y cinco minutos después de la cena, Edward Cullen flotaba de regreso hacía su coche, aparcado frente a la casa de "su bella", tras un casto beso de buenas noches en la mejilla junto al portal.

Sentía la apremiante y eufórica necesidad de gritarle al mundo entero que estaba locamente enamorado, pero al mismo tiempo la agónica desesperación del pánico a perderla lastraba su corazón.

Mañana sería su segunda cita y el momento de contarle toda la verdad. No podía vivir sin ella, pero tampoco cimentar su relación sobre una mentira.

Un mes y un innumerable montón de llantos, de ramos de flores arrojados a la basura sin siquiera leer la tarjeta e insistentes llamadas telefónicas interrumpidas a la primera palabra más tarde, Bella aparco a un lado su innata testarudez reconociendo que, una vez más, su mejor amiga y confidente intima tenía toda la razón. No importaba en absoluto el como ni el porqué Edward Cullen hubiese entrado en su vida... lo que verdaderamente contaba era lo que su corazón gritaba noche y día al respecto.

Así fue como la boda de Alice y Jasper representó para ellos su decimoquinta cita. Y como la fiesta de graduación del flamante "Doctor Cullen resultó la excusa perfecta para presentarla oficialmente a su familia. También como, sin casi darse cuenta, de nuevo llegó el cuatro de septiembre.

El día del aniversario de su primer encuentro, y por expreso deseo de Bella, acabaron celebrándolo frente a frente en aquella misma mesa, eso sí, esta vez y a petición de Edward, adornada para la ocasión con un par de velas. Había refunfuñado un poco teniendo que cancelar una magnifica velada con música de violín y todo, pero simplemente era incapaz de negarle nada a su Bells.

El local no había cambiado nada en absoluto. Al parecer la frase "renovarse o morir" no iba con él ni con su menú. De no ser por las velas, habría sido como viajar atrás en el tiempo.

- ¿A qué viene esa sonrisilla? –Preguntó una juguetona Bella desde el marco de la puerta del cuarto de baño.

Edward Cullen volvió de sus pensamientos y la intensifico contemplando que tal le sentaba su regalo de aniversario. Definitivamente el azul era el color de aquella hermosa criatura, y la luz a sus espaldas realzaba la sensación de que era una visión que se desvanecería de un momento a otro.

A juzgar por como reaccionó su bajo vientre, parte de su cerebro estaba más interesado en como esa luz dejaba poco trabajo a la imaginación. La ya de por si transparente camisola, prácticamente había desaparecido mostrando el minúsculo dos piezas de fino encaje que apenas ocultaba los encantos que tanto anhelaba disfrutar.

El chico tragó en seco y palmeo el lado libre del colchón en cuanto ella comenzó a hacer posturitas para que la viese desde todos los ángulos posibles. Para su desencanto, Bella no saltó inmediatamente a la cama como habría sido su deseo, en vez de eso gateo lenta y tortuosamente desde los pies. Así que él jugó su última carta.

- Pensaba en que, a diferencia de otras parejas, nosotros siempre podríamos recrear con exactitud nuestra primera cita, cena incluida... pero entonces apareciste tú y... bueno... –Carraspeo para aclararse la voz, ronca por el deseo.– ahora no puedo pensar en otra cosa que no sea "comerte" por entero.

En un abrir y cerrar de ojos, Bella acortó la distancia hasta sus labios. Y tomando furiosa posesión de ellos, quedó a horcajadas sobre su vientre.

Inmersos ambos a un estado febril de pura necesidad, destrozaron mutuamente la ropa que separaba sus pieles al tiempo que sus lenguas seguían haciendo lo que tanto ansiaban practicar con sus palpitantes sexos. Entregarse la una a la otra.

Una vez más, en mitad de un pequeño instante de semilucidez, Edward Cullen pensó que Dios había creado los pellos de Bella Swan teniendo en cuenta que cupiesen en el hueco de sus manos. Ella por su parte, volvió a dar gracias por el sorprendente milagro de poder acogerlo por completo en su interior.

Después no hubo más que caricias y besos por puro instinto, acompañados de incontrolados jadeos, mientras las caderas de Bella seguían el intenso ritmo marcado por las manos de Edward.

FIN

Escrito con todo mi amor para el contest del 1er aniversario del blog de Neny W. Cullen "Mis historias con Edward y Bella". Por personas como tú hermanita, siempre merece la pena acostarse tarde.

Por desgracia en la realidad estas cosas no pasan así... pero soy una romantica incurable que adora los finales felices. Además, finales tristes ya tenemos de sobra en la vida real, ¿no?.

Esta es la maravillosa portada que recibí de Neny por mi 3º puesto en su contest

En 3º lugar quedo mi querida Electrica Cullen Black, con un OS que me encanto, primero porque llevaba el nombre correcto, segundo porque James es el malo y tercero PORQUE EDWARD ES EL HEROE!!! jajajajaj buenisimo!

Neny W. Cullen


viernes, 3 de septiembre de 2010

Alice - Viñeta


En mis comienzos en este universo de los fics surgió la idea de un OS sobre Alice. Apenas tenía unos pocos párrafos iniciales cuando se quedó atrás... relegado al baúl de los posibles. Ahora reconvertida aquella idea inicial en una viñeta y con un enfoque un poco diferente al fin verá la luz gracias a la "viñeta aniversario Twilight contest" de Lullaby convocada para celebrar el 1er aniversario de su blog "Letras de Lullaby". (Si quieren votar pasense por ese blog apartir del día 10... primer premio convertir la vineta en un fic escrito en conjunto)

ALICE

Raiting: K

Carácter: Alice

Summary: ¿Cómo es "renacer" cuando no hay recuerdos anteriores ni nadie esperando para enseñarte?

Cuando abrí los ojos me sentía confusa. Era incapaz de recordar nada, ni donde estaba ni porque, ni siquiera quien era. Aparte de eso todo parecía estar bien, pues tenía la cabeza totalmente despejada y el cuerpo libre de cualquier malestar... salvo una pequeña irritación en la garganta.

Lancé un rápido vistazo a mi alrededor sin mover más que los ojos, constatando lo que ya de algún modo sabía. Estaba sola.

El lugar parecía un sótano bastante sucio y oscuro, sin embargo yo podía ver con total claridad. Montones de cajas cubiertas de polvo y telarañas rodeaban el estrecho jergón donde estaba tumbada.

Al incorporarme algo crujió en mi bolsillo. Era un papel cuidadosamente doblado. No fue hasta que lo tuve extendido ante mis ojos que me percate de que, tal vez mis movimientos fuesen demasiado... ¿raudos?. Apenas era consciente de haberlo visto sobresaliendo del bolsillo de aquella horrible bata blanca y...

... Deseche el pensamiento por su inutilidad y me concentre en el pequeño rectángulo. La caligrafía era elegante y un tanto... ¿anticuada?. Un nuevo y fugaz pensamiento me distrajo por una milésima de segundo. Suspiré aliviada al comprobar que, por suerte, al menos recordaba como se leía.

« Querida Alice:»

Alice, me llamaba Alice y aquello era una carta.

Mi corazón dio un vuelco, o lo habría dado si latiese... Hasta entonces no registré el insólito echo de que en mi pecho no se escuchaban latidos, ni por lo tanto tenía pulso... aunque, si me concentraba, escuchaba con total caridad el acelerado golpeteo rítmico del de el pequeño ratoncillo que acababa de escabullirse dentro de una de las cajas más alejadas.

¿Qué demonios estaba pasando? ¿Era eso lo normal?. Lo cierto es que no tenía ni idea, no exactamente, algo me decía que de alguna forma había cambiado; que antes de la inmensa laguna en blanco de mi memoria yo era... otra cosa.

Volví a mi lectura.

«Sí estas leyendo esto, significará que he muerto»

Puede que mi corazón no latiese, y que no supiese quien había escrito aquello ni que significaba para mí, pero dolió. Su perdida desgarró aquel corazón muerto dificultándome la respiración y mis ojos, al parecer incapaces de producir el mar de lágrimas que les pedía, escocieron como si ya se hubiesen secado de tanto verterlas.

Me dejé caer hacía atrás, rodé de costado y adopte una apretada postura fetal. No quería estar sola, sabía que no lo soportaría por mucho tiempo... necesitaba poder contar con el apoyo de alguien... que me quisieran y querer.

Entonces, en medio de toda esa agónica desesperación vi algo. Era una especie de recuerdo pero demasiado vivido. No, no podía serlo, en un recuerdo no podría verme a mí misma.

« Un adolescente muy hermoso de piel blanca y pelo broncíneo me revolvía el pelo entre risas.

- Para ser tan pequeñaja eres muy irritante hermanita, ¿lo sabías?»

Luego, se produjo una especie de... salto. Imposible determinar su hacía adelante o hacía atrás.

« Ayudaba a una belleza rubia a recogerse el pelo en un elegante moño. A mi lado, una hermosa mujer con rostro en forma de corazón y mirada maternal sostenía un velo, el toque final para la novia.»

Eran más bien como pequeñas secuencias sacadas de contexto.

« Un chico rubio y de ojos dorados me daba el más dulce de los besos.

- Si tu estas segura yo también pero... por si acaso quédate detrás de mí, ¿vale?.

Asentí para complacerle. A los pocos pasos salimos al claro del bosque donde el chico de pelo broncíneo y otro bastante grandote nos esperaban recelosos.»

Y otra más, sólo que esta vez un poco más larga y detallada.

« Yo estaba sentada a la barra de una cafetería prácticamente desierta, esperándole... fuera el monótono soniquete de la lluvia no cesaba. Sonreí al escuchar sus pasos dudosos detenerse unos segundos tras la puerta y aspiré su inconfundible efluvio.

En cuanto se decidió a entrar salté del taburete y caminé directamente a su encuentro mostrándole mi mejor sonrisa. Él podría atacarme, tenía la mitad de probabilidades de que ocurriese, lo había "visto", pero... también podría ser que me aceptase y jamás volviera a estar sola. Esa posibilidad me hacía tan feliz que no me permití pensar en nada más.

- Me has hecho esperar mucho tiempo.Dije como si nos conociéramos desde siempre, que por otra parte es lo que yo sentía después de "verle" tantas veces.

Él agachó la cabeza, como buen caballero sureño, antes de responderme.

- Lo siento señorita.

Prendida de sus ojos, que en esos momentos evidenciaban su sed al ser oscuros, le tendí la mano mientras pensaba que el tono dorado sí que lo haría verse más hermoso. Puede que estuviese cubierto de innumerables cicatrices que le conferían un aspecto peligroso, pero a mis ojos seguía siendo realmente apuesto. Incluso lo era cuando en mis "visiones" tenía la mirada rojo borgoña.

Aliviada y esperanzada le tendí la mano. Aliviada porque, después de dos semanas de intensa búsqueda de este local y dos días rondándolo, comenzaba a dudar de que apareciese alguna vez... Esperanzada porque si él era real, el resto de mi familia también lo sería. Juntos encontraríamos a los Cullen.»

¿Qué significaba todo eso? ¿Qué me estaba pasando?

Lo único claro era que tenía un hermano y todo apuntaba a que también un novio... ¿Habría escrito alguno de ellos esa carta? ¿Quienes eran ellas y dónde estaban todos?

Mi corazón terminó de partirse en dos. Temerosa de descubrir a cual de los dos había perdido, o si habría alguien más a quien no recordaba, seguí leyendo lo que resultó ser un preocupante acertijo más que añadir a mi misteriosa existencia.

« Ahora estas a salvo de él y solo debes obedecer esta ley: Que nadie que descubra lo que eres permanezca con vida. De eso depende tu supervivencia.

Cuídate pequeña, sigue tus instintos y todo ira bien.»

Mis instintos... un nuevo flash aclaró un poco la cuestión...

« El ciervo dejó de debatirse. Su vida se apagaba con cada sorbo, igual que la quemazón de mi garganta. Succioné hasta que finalmente ya no pudo ofrecerme nada más y entonces lo dejé a un lado.»

... la quemazón que instantes antes apenas percibía ahora era insoportable. Tenía que encontrar un ciervo y tenía que hacerlo cuanto antes.

FIN

Dedicatoria: Para todos aquellos peronas a las que les importa que siga resurguiendo de mis cenizas para lograr publicar... y para las que les importo como persona.

Para Lullaby: ¿Por qué raiting K y no lemmon ? porque cuando me dí cuenta llevaba 1.054 palabras y lo más que había metido era "un dulce beso" jajaja. Además nunca pretendí pasar de un T. Sé que no ganaré... de echo esa no es mi meta. Mi intención es simplemente celebrar contigo tu aniversario y darte así, con este pequeño granito de arena, las gracias por compartir tu talento conmigo.

Para todas: Electrica Cullen Black ya esta en facebook... buscame y seamos amigos si quieres.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Regalo especial para Neny

Llevaba tiempo queriendo fabricar un regalo personalizado para mi alma gemela Neny Cullen... que mejor momento que en el aniversario de su blog!!! TQM hermanita.