Bienvenidos a ELÉCTRICA OBSESIÓN


Donde doy vida de nuevo a los personajes que me atraparon y me arrastraron a su mundo, uno que sólamente es posible entre las páginas de un libro.
EnglishAlemánFrancésEspañolItalianoNetherlandsRusoPortuguésChino SimplificadoJaponés
CoreanoÁrabe

lunes, 28 de febrero de 2011

Aviso sobre la segunda parte de "supervivientes"

Ahora mismo ando peleando con la segunda parte de Supervivientes... por unos días estuve a punto de cambiarle el Raiting de M a T y dejarla en OS pero... encontré lo que llevaba escrito de la segunda parte y bueno... decidí volver a intentarlo. Eso sí, creo que definitivamente renuncio a la escena lemmon entre kokoro y Jared...(lo que me bloqueó en su día) por dos razones... Primera. Hace mucho que no sé nada de ella y no me siento comoda escribiendo y publicando un lemmon sobre ella en esas condiciones... y segunda (la misma que me dejó bloqueada en su día)... A no ser que añadiese un Kokoro Pov (algo que veo como muy forzado) como metería eso en una historia contada en primera persona por mí (ELE) sin ser una voayer o como se escriba eso???.

PD. Algunas chicas piensan que esta historia esta escrita y pensada en conjunto con Kokoro, pues a ellas aclararles que no. Es un regalo que hice para ella y para mí misma en un ataque de locura XDD

miércoles, 23 de febrero de 2011

La húesped nº 37 - Epílogo

Dedicado con todo mi amor a las maravillosas personas que esta historia trajo a mi vida desde sus comienzos, mis hermanos adoptivos :Nenys (¡Feliz cumpleaños!) y Abner. Y a las que se han ido sumando después, mis grandes amigas: Aroa y Cata... a su devota seguidora Romii (Romina Javiera) que nunca a dejado de comentar ni un solo capítulo... A Aby por la maravilla de portada... A Natii, Yuleni que siempre "reclamaban" más capítulos de forma alentadora y positiva... XDD. Y también a tantas otras que en algún momento dado la siguieron (perdonad que no ponga todos los nombres)... a todas las que la tenéis en la lista de favoritos en fanfictión.net. a los que la descubran después de terminada y se enamoren de ella...( plis dejad comentarios siempre que leaís, ellos me impulsan a volver a enfrentarme a la página en blanco) XDD... En definitiva, a todos y todas :¡Gracias!

EPILOGO

(Varios años después)

La fecha se aproximaba y, por mucho que quisiera negarlo, estaba asustada. Muy. pero que muy asustada. Sin embargo, por una vez en mi vida conseguía mentir medianamente bien... excepto a mí misma, claro. Quizá por eso no lograba descansar lo suficiente... ni tampoco alimentarme.

Me levanté sin apenas haber probado bocado. No es que tuviese nauseas ni nada por el estilo. Simplemente no tenía hambre.

Jamie, en un acto reflejo, atrapó mi muñeca nada más girarme. Mi piel, un pelín hipersensible últimamente, reaccionó al tacto y al calor de la suya aumentando considerablemente su propia temperatura a pesar del escalofrío que recorrió mi espina dorsal, mientras nuestros ojos se cruzaban fugazmente.

Y digo fugazmente porque yo, temerosa de que leyera en ellos lo que tanto esfuerzo me costaba ocultarle, los desvié al instante simulando preocupación por la suerte del contenido del cuenco que sostenía en la mano izquierda.

Su respuesta no se hizo esperar. Soltó mi muñeca para inmediatamente esparcir el calor de nuevo, pero esta vez desde mi barbilla cuando me la alzó e hizo girar mi rostro obligándome a mirarlo.

- ¿Qué te pasa?. –Inquirió con un deje preocupado.

Me encogí de hombros. No pretendía hacerme la tonta, y mucho menos la interesante, tan sólo ganar algo de tiempo para encontrar una respuesta adecuada. Una que no le preocupase aún más.

- Vaya, a ti quería verte. –La voz serena de Doc me sobresaltó, y casi dejo caer el cacharro. Me había olvidado por completo de todo lo que no estuviese en la pequeña burbuja que había creado a nuestro alrededor en cuanto me tocó.

- Doc –saludó Jamie retirando su mano con relativa brusquedad. Al parecer él también había perdido la noción del tiempo y el espacio.

- Jamie –respondió el interpelado con una sonrisa cordial que se apagó en cuanto vio mis ojeras.– ¿Para cuándo planeabas pasarte a vernos por el hospital, señorita?

- ¿Para qué? Hace apenas unos días que me hicisteis un chequeo. –Contesté molesta con Lily por ser tan entrometida. Las amigas se supone que no van por ahí contando tus cosas, aunque no les digas que es secreto, ¿no?– No estoy enferma Doc. –¿O tal vez había sido el propio Jamie?. Por si acaso le fulminé con la mirada mientras concluía mi alegato.– Simplemente no duermo bien últimamente, eso es todo.

- Ya. Pues perdone doctora, pero quiero una segunda opinión –dijo Doc en tono sarcástico al mismo tiempo que comenzaba a palparme la garganta con dedos gentiles. –Haber, abre la boca. –Obedecí mortificada mientras encendía su pequeña linterna para iluminar mi garganta.

- ¿Y bien? –inquirí con rintintin en cuanto dio por concluido el examen; tomas de temperatura y pulso incluidas.

Bufó por toda respuesta y, tras intercambiar con mi acompañante una significativa mirada del tipo "todo va bien", giró sobre sus talones para ir a buscar su desayuno.

Entonces, como si se tratase de algún tipo de castigo divino por mi atrevimiento, sentí un repentino dolor punzante en el abdomen. No era el primero ni tampoco el peor... pero si lo suficientemente intenso como para que jadease mientras cubría la zona dolorida con ambas manos.

El coro de voces preocupadas no se hizo esperar. A nuestro alrededor flotaron los "estas bien" mezclados con algunos "qué tienes" y un "le pasa algo" en una perfecta cacofonía. Los apacigüé con una tímida sonrisa y un conciso "no es nada", pero sin retirar las manos.

Jamie, tan solicito como siempre, las apartó amorosamente para acariciar mi abultado vientre donde todavía persistía un pequeño bulto.

- Ey, pequeñín... –susurró con la voz más dulce que poseía, mientras se inclinaba hasta situar sus labios a escasos milímetros de mi ombligo.– Te lo advierto, o dejas de maltratar a mi chica o tú y yo nos veremos las caras cuando salgas de ahí. ¿Me oyes?

El tierno beso que siguió a aquella "amenaza", unido a la media sonrisa que exhibía en aquellos instantes el rostro de Isaiah, no menos sincera aunque apenas llegase a velar el dolor que reflejaban sus ojos, fijos en nosotros, causo estragos en mis, ya de por si, frágiles defensas.

¡Malditas hormonas locas de embarazada¡ Una palabra más, un caricia o gesto de cariño... y me echaría a llorar como una tonta.

Fin

PD: Si alguien siente que le estafé el instante en que Elen "seduce" a Jamie jajaja es que no ha leído "Regalo de amor". Si ese es tu caso pero no te gusta el lemmon, o no tienes edad para leer ciertas cosas... (guiño) XDD creo que bastará con que te saltes los dos últimos capítulos.

T.T me da un poco de penita haber terminado ya esta historia... aunque por otra parte estoy feliz... ya era hora!. Sorry por la demora pero la inspi se empeña en jugar al escondite. :(

Electrica.

Como la crema y la canela - Cap 10 - Desesperados


CAPÍTULO 10 – DESESPERADOS

JAKE POV

Todo ocurrió muy deprisa... unos instantes antes estaba a punto de alcanzar el cielo y ahora..., de golpe y porrazo, el suelo se abría bajo mis pies en una sima sin fondo que amenazaba con tragárselo todo.

Apenas si era consciente de que todavía sujetaba la muñeca del anciano, puede que incluso lo estuviese haciendo con demasiada fuerza, ya que toda mi atención se había desviado de su persona y de controlarme, centrándose en todas y cada una de las palabras de la madre de Ness... en el holocausto que representaban...

Siempre me había parecido una mujer un tanto frágil e indefensa, quizá esa impresión se había visto acentuada con la noticia de su enfermedad incurable. Ya antes de que mi imprimación me lo confirmase, había prestado oídos a los rumores que aseguraban que había vuelto para morir; endosándoles de paso a su hija a los viejos. Sin embargo, en este preciso momento, se veía completamente al revés, asemejándoseme mucho a una fiera, letal y majestuosa, en plena defensa furiosa de sus cachorros.

Al principio, cuando apareció detrás del anciano, pensé que su ira recaería sobre mí: bien por llevarme a su hija de la puerta del instituto, bien por el atrevimiento de pararle los pies a su padre. Que sé yo. Al fin y al cabo hay gente para todo, y más de uno podría considerarlo una falta de respeto hacía un mayor... No obstante, aunque el blanco de sus gritos y protestas fuese aquel anciano..., aunque su dedo acusador pinchase su pecho y no el mío..., a pesar de que no nos mirase a su hija ni a mí ni un solo instante..., el verdaderamente perjudicado sí que fui yo:

- ¿¡Cómo te has atrevido a pegar a mi hija! ¡Ni tú ni nadie tiene derecho a ponerle una mano encima, ¿me oyes? En qué demonios estaba pensando cuando creí que estaría bien con vosotros cuando yo... –se le quebró la voz, incapaz de hacer referencia a su propia muerte– Que estúpida fui... ¡Pero no volverás a ponerle nunca más una mano encima! ¡Claro que no, de eso puedes estar bien seguro, porque no volverás a verla nunca más...! ¡Renesmee sube a recoger tus cosas, nos vamos de aquí! –Concluyó con los ojos chispeantes todavía clavados en los de su progenitor.

- ¡No! –Grité soltando al anciano, necesitaba ese brazo para arrastrar a Ness conmigo cuando retrocedí un par de pasos y me hice a un lado, empujándola hasta situarla detrás de mi cuerpo. Acto seguido, sumergido en mi desesperación e incapaz de pensar en ninguna otra solución, traté de confesárselo todo a aquella mujer... pero la maldita orden de silencio impuesta por Sam me atenazaba la garganta como si fuese un puño de hierro, impidiéndome respirar hasta la asfixia, cada vez que lo intentaba.

- Tranquilízate, Jake –Dejé caer el brazo, que todavía mantenía extendido hacía atrás en ademán protector, sin fuerzas, en cuanto sonó a mis espaldas aquella orden encubierta de Sam. No venía solo. Un paso por detrás de él estaba el consejo en pleno.

- Deja que nos encarguemos nosotros, Jake. –La voz calmada de mi padre contrastaba con el fuego que brillaba en sus ojos, posados en la enrojecida mejilla de Ness. Sin duda había sido testigo de, al menos, la mayor parte de la escena. –Anda hijo, llévate a Nessie a dar otra vuelta mientras celebramos por adelantado lareunión extraordinaria del consejo prevista para mañana. Al fin y al cabo para eso es para lo que hemos venido.

Antes de ponerme en movimiento, crucé una imperceptible mirada con Sam, que inmediatamente dio su aprobación con un leve movimiento de cabeza. Entonces, y sólo entonces, la tomé de la mano y la conduje dócilmente hasta la moto, tirada de cualquier manera sobre la acera de enfrente. Mientras la levantaba, Billy se aproximó a nosotros y habló de nuevo, dirigiéndose exclusivamente a Nessie. Esta vez lo hizo tan bajo que dudo que nadie más entendiese sus palabras, caso que la calle no hubiese quedado siniestramente desierta a excepción de la figura de Sam, con su impecable audición lobuna, que esperaba impasible junto a la puerta abierta.

- Le conocí personalmente. A tú padre, digo –Aclaró ante la elevación de sus cejas, un gesto de incomprensión tan universal como el encogimiento de hombros– En realidad le veía a menudo por los alrededores... y charlamos en un par de ocasiones. Me pareció un chico bastante decente y siempre lamenté que el viejo Clearwater fuese tan cabezota.

- Gracias. –murmuró ella, todavía un poco ida.

- Algún día, puede que hoy mismo, se dará cuenta de que esa cabezonería le ha costado perderse los quince primeros años de vida de un ser maravilloso y... cuando eso ocurra, ¿querrás hacerme un gran favor? No se lo tengas demasiado en cuenta, cariño.

Sin esperar respuesta alguna giró con soltura su silla y la impulso decididamente hasta perderse dentro de la casa de Moses Clearwater. Sam le precedió cerrando la puerta tras de si, no sin antes intercambiar conmigo una mirada significativa, una del tipo: "espero que todo salga bien".

Ambos, Nessie y yo, permanecimos unos instantes más con la vista fija en aquella puerta, abrumados por la angustiosa certeza de que detrás de ella se estaba decidiendo nuestro futuro inmediato. Yo al menos sí. Luego me acomodé sobre la moto y esperé pacientemente a que ella también reaccionase. Por nada del mundo le metería prisa ahora que estábamos solos. Pero en cuanto sentí sus brazos alrededor de mi cintura, pateé el pedal liberando parte de la furia contenida que me estaba achicharrando las venas y el resto se la trasmití al acelerador.

No podía pensar con claridad. Quería creer que el consejo lo arreglaría todo pero... ¿y si no podían? ¿Y si, lejos de convencerla de que se quedase, lo que le contasen la ahuyentaba? ¿No le horrorizaría en extremo el saber que muchas de nuestras creencias y leyendas, no sólo eran hechos más que probados en realidad; sino que además, le gustase o no, su hija ya formaba parte, tan involuntaria como indisolublemente, de una de ellas? ¿Y si decidía marcharse en mitad de la noche, como un ladrón, arrebatándomela para siempre...? No, no podía permitírselo...

... Y reflexionando sobre si debía o no seguir carretera adelante para no volver más..., tal vez buscando inconscientemente un argumento sólido al que aferrarme... algo para justificarla ante mí mismo y así terminar de convencerme de llevar acabo aquella loca idea, fruto de la desesperación más absoluta, de secuestrarla; terminé acordándome de un día que, una vez hecho a la idea de que jamás podría contar con mantener algo en la intimidad, a la larga no tendría nada de especial... pero que hoy, lamentablemente, cobró mucha relevancia.

...

Quil y Embry eran mis mejores amigos desde siempre. No podía recordar un instante en que, de una forma u otra, no estuviesen ahí. Los tres lo habíamos compartido todo, tanto lo bueno como lo malo, a excepción del periodo de la incorporación a la manada.

Debido al obligado secretismo que conlleva esta vida, pero sobre todo al potencial peligro andante en el que te convierte hasta que la dominas, primero perdimos a Embry. Sin previo aviso, de la noche a la mañana, vimos con horror como literalmente desaparecía engullido por lo que entonces nos parecía una especie de secta, de "amantes del culturismo" o algo peor, de la que jamás antes había querido saber nada. Luego yo mismo pasé por el doloroso trancé de tener que abandonar, también abruptamente, a Quil. Recuperar a Embry era un magro consuelo sabiendo la estela de daño, confusión y pánico a ser el siguiente, que dejaba atrás al darle la espalda de esa manera. Afortunadamente ahora volvíamos a estar reunidos y nuestra relación no había cambiado. Puede que tuviésemos que compartirlo todo por obligación con los demás... pero aún nos gustaba reunirnos para hacerlo entre nosotros o simplemente para pasar el rato como en los "viejos tiempos". Tres amigos, tres refrescos semi calientes, una pizza y una conversación distendida bajo la carpa de plásticos que tantos años atrás levantáramos juntos para que pudiese tener mi propio taller.

En esas andábamos aquel sábado cuando, desde un punto indeterminado del bosque, la brisa matutina nos trajo la inconfundible llamada que Sam empleaba cuando quería convocarnos para tratar algún tema menor. Entramos en fase y nos apresuramos en ir a su encuentro, más como no era un llamado que alertase de problemas inminentes seguimos manteniendo la conversación como si tal cosa:

" Ella es tan..."

"Hermosa, especial, maravillosa, única" –Embry fue enumerando, sin la más ligera nota de burla, todos y cada uno de los calificativos que yo mismo habría empleado si no me hubiese interrumpido.

Al principio me dejó mudo por la sorpresa, luego entendí y me eche a reír.

"¿Tanto pienso en ella?" –Inquirí un tanto avergonzado.

"O sí tío. Ya no sé distinguir mis propios pensamientos de los tuyos... me tienes la sesera completamente invadida de Nessie... Me siento como si estuviese engañando a mi Aroa. –Terció un "sonriente" Seth al que ninguno habíamos oído aproximarse por el flanco derecho– Por no mencionar que soy menor y que... bueno, esperaba que tú no me pervirtieses como, no va por ti Quil, todos estos degenerados"

El coro mental de bufidos de advertencia no se hizo esperar, incluso alguien pensó seriamente en la suerte que tenía de hallarse lejos de sus fauces. El enflaquecido lobo no se inmutó, tan sólo rodó los ojos antes de continuar con su cháchara. Esforzándose al mismo tiempo por mantenerse a mi altura.

"¿Qué tal si me la presentas en persona antes que... ya sabes... lleguéis más lejos y termines haciéndolo a través de tus descontroladas fantasías? Entonces, por lo visto, no servirá de mucho que te recuerde que procures cortarte en mi presencia por eso de que no esta bien que su primo sepa donde tiene cada peca" –Bromeó de nuevo.

«Touche –Pensé sintiéndome un poco culpable y débil de voluntad »

Yo que siempre había considerado una ridiculez estúpida eso de andar con diminutivos pastelosos y el tópico de: "anda cuelga tú... No tú" y resulta que estaba en un tris de acabar así. Eso por no mencionar los miles de juramentos, hechos a mí mismo, que había roto.

En mi ingenuidad creía firmemente que podría escapar a la locura colectiva de incomodar constantemente a mis hermano con mi imprimación. Sabía que no lo hacían a posta para irritarme ni nada parecido pero... tampoco pensé que fuese tan imposible de controlar. Y es que, en cuanto la mente quedaba algo libre... y si pretendías evitarlo entonces era aún peor. Siempre terminabas consiguiendo el efecto opuesto.

Me ruboricé sopesando el último comentario de Seht.

« ¡Dios! ¿¡ Qué sería de mi cuando al fin la hiciese mía? ¿Cómo soportaría compartir cada centímetro de esa cremosa piel con...? »

" ¡Jake!, Qué te acabo de pedir colega" –Gritó un Seth enfurruñado sacándome abruptamente de mis ensoñaciones libidinosas mientras los demás se carcajeaban por lo cómico de la situación.

"Ups" –Respondí sinceramente avergonzado.

Ni siquiera pude formular un " lo siento". Definitivamente la conciencia colectiva sería un martirio considerablemente mayor, para todos, desde mi imprimación; con independencia de que la mantuviese o no alejada de mi cama. Para mi desgracia no sólo gozaba de una buena memoria, también poseía una excelente imaginación capaz de crear imágenes muy vívidas. Algo realmente útil si se es un Alfa a la hora de planificar y difundir estrategias de caza...

...

- Jake, yo no quiero irme... –comentó cerca de mi oído al inclinarse hacía adelante para bajar de la moto, rescatándome de mis recuerdos y haciéndome ver que mecánicamente me había detenido junto a la senda que conducía al punto desde el que practicábamos los saltos de acantilado.– No quiero irme... –Repitió ya en tierra. Y en su voz, puede que mis sentidos me estuviesen jugando una mala pasada, me pareció detectar un ligero toque del mismo pánico que trasmitía la mía cuando le respondí.

- Y no te irás. No lo permitiré. –Murmuré con rabia para mis adentros mientras la estrechaba con fuerza entre mis brazos, ahogando sus sollozos contra mi sobrecogido pecho.

NESSIE POV

Debía estar en shock..., pues tenía la intensa sensación de haber asistido a toda la escena desde fuera de mi cuerpo... como un observador imparcial, aunque incapaz de comprender ni la mitad de lo ocurrido. De hecho, mi mente, incluso ahora, era incapaz de procesar todo lo que había ocurrido después de la impactante aparición de mamá. Al margen de que nunca la había visto ponerse así..., me había sorprendido y mucho, incluso hasta cierto punto gratamente, teniendo en cuenta su precario estado de salud, que aún le quedasen fuerzas para tamaño despliegue de vitalidad feroz... pero lo que realmente me había dejado fuera de combate fueron sus cuatro últimas palabras: "nos vamos de aquí".

La cabeza me daba vueltas y amenazaba con estallarme de un momento a otro si seguía tratando de analizar y comprender todo lo que sucedido a continuación, así pues decidí que ya lo pensaría más adelante, con más calma..., probablemente a partir de mañana tendría el resto de mi vida para hacerlo al mismo tiempo que, sumida en la nostalgia, quien me lo habría dicho hace unas cuantas semanas, recordaba mi corta estancia en Forks.

El pecho me dolió insoportablemente al concederle veracidad a esa posibilidad..., y supe a ciencia cierta lo que eso quería decir: la mitad de mi alma se quedaría atrás, adherida al hombre a cuya cintura me aferraba en estos momentos. Mi amor, mi mundo, mi razón para seguir respirando...

- Jake, yo no quiero irme... –conseguí articular a duras penas mientras bajaba del vehículo.– No quiero irme... –Repetí, mirando sin ver en realidad, presa como estaba de la desesperación y el pánico, la soltura con que dejaba asentada la máquina sobre la pata de cabra antes de echar pie a tierra.

No pudiendo soportarlo más..., me cubrí el rostro con las manos y me eché a llorar.

Jake me rodeó con sus brazos y me atrajo hasta su pecho, dejando que me desahogase sin interrupciones. Y así lo hice hasta que ya no pude soltar una lágrima más. Lloré por lo ocurrido..., por el dolor lacerante de la mejilla..., pero sobre todo por el desgarro que estaba partiendo mi corazón en dos, a causa de la certeza casi absoluta de que, en cuanto regresásemos, no volvería a verle nunca más. Ni siquiera me importaba ya si terminaba o no en un centro de acogida de mala muerte hasta que cumpliese los dieciocho...

- Todo va a salir bien, ya lo verás –murmuró dulcemente sobre mis resoplidos finales; y luego, de pronto, su cuerpo se tensó y su voz se volvió fría y dura al dejar escapar una maldición entre dientes.– ¿Qué haces aquí? –Gritó en dirección a los árboles del otro lado de la carretera.

Un chico, más o menos de mi edad, desgarbado y vestido solamente con unos vaqueros rotos, algo que comenzaba a dejar de resultarme chocante, salió perezosamente de allí. Parecía un poco mortificado por haber sido pillado espiándonos, aunque sostuvo en todo momento la mirada de mi acompañante.

- Sam me envió..., ya sabes. Temía que te diese la paranoia y decidieses fugarte a México con ella.

Jake bufó como toda respuesta, y yo... Yo me quedé a cuadros.

- Jared y los otros también andan apostados por ahí. –Señaló carretera adelante.– Incluso Collin y Brady... Sabes que Sam no les permite saltarse clases tan a menudo como a mí..., así que están encantados con la "misión". –Añadió dibujando comillas en el aire y rodando los ojos, volviendo a ganarse un sonoro bufido por parte de Jake.– Hola. Soy tu primo Seth. Bueno..., en realidad primo de tu madre, pero qué más da. –Se presentó, mientras acortaba distancias con grandes zancadas, tendiéndome una mano y dedicándome una cordial sonrisa.

Fue entonces cuando me di cuenta de que Jake y yo seguíamos estrechamente abrazados.

Dedicado a Giovanna, Mony, Milita y Connie... por preguntar siempre alentadoramente por esta historia.

domingo, 20 de febrero de 2011

La huésped nº 37 - Cap 15 - Resolución


N/A: Y llegamos al final de esta historia... bueno, casi.

CAPÍTULO 15 – RESOLUCIÓN

Dos semanas. Ese fue el margen de tiempo que les llevó a los chicos culminar la tarea que se habían auto impuesto. En realidad podrían haber ido y vuelto en la misma noche, pero por cuestiones de seguridad se alejaron tanto como se atrevieron sin contar con el respaldo de Wanda. No convenía nada que se desatase la histeria en las ciudades cercanas, ni que las carreteras de alrededor se llenasen de buscadores... cosa que, por descontado, pasaría en cuanto los dueños de la casa afortunada diesen la voz de alarma.

Para mi desconcierto, ante la verdadera avalancha de voluntarios, Jared e Ian se habían visto obligados a sortear el "honor" de participar en tan delicada y peligrosísima misión. Al parecer , tío Jeb no se marcaba ningún farol cuando aseguraba que allí la gente se aburría y que los chicos echaban de menos la acción.

Si el segundo punto lo demostró la "operación colchón", el primero quedó patente varias noches después de la partida de los expedicionarios.

Me tocaba ayudar con el horneado del pan y... los últimos comensales todavía remoloneaban por las cocinas cuchicheando. Nada me hizo sospechar que estuviesen esperando a que pasase algo hasta que empezaron a llegar más gente, sola o en pequeños grupos de dos y tres; entonces lo comprendí. Un minuto más tarde, mi intuición se vio confirmada cuando tío Jeb hizo acto de presencia y, apoyándose en el marco de piedra de la entrada con los brazos firmemente cruzados sobre el pecho, dijo las palabras mágicas que detuvieron en seco mi corazón.

- Elen, cuando quieras. Creo que ya estamos todos.

Deseché alegar las notorias ausencias, en un intento desesperado de zafarme, por razones obvias: No solamente estaba condenado de antemano al fracaso, sino que también resulta completamente inútil retrasar lo inevitable; y con un resignado suspiro, me devané los sesos pensando por dónde empezar... Al menos me quedaba el consuelo de que mis padres eran almas relativamente jóvenes con sólo dos y tres vidas anteriores respectivamente. Bueno, fue un consuelo hasta que descubrí que eso implicaba tener que hablar antes, y quizás con más detalle, de esta última... y por ende de mí misma.

Aquella primera vez opté por centrarme en el mundo de las flores. Allí fue donde nació y pasó sus dos primeros ciclos vitales mi madre. No es que pudiese contar mucho..., al fin y al cabo no era mi vida. Pero gracias a la oportuna intervención de Wanda, que tomó el relevo cuando me quedé sin material, bendito Ian por no permitirle acompañarlo en esta ocasión, pareció resultarles suficiente. Ni tan siquiera formularon una pregunta.

Las tres siguientes versaron sobre mi padre y sus experiencias en el mundo cantante, el de las arañas y el de los delfines... De nuevo Wanda me hecho una mano para alargar las conversaciones de forma que cada mundo consumiera todo el tiempo y, curiosamente, de nuevo nadie hizo preguntas. Pero eso cambió a partir de la cuarta...

Desde entonces, cada anochecer se convirtió en mi particular descenso a los infiernos mientras cumplía mi parte del trato impartiendo aquellas peculiares clases. Trataba de disimularlo, claro, respondiendo a todas las cuestiones con una forzada media sonrisa en los labios. Ilógicamente algunas noches, pocas en realidad, me era más fácil que otras no ceder a las angustiosas ganas de salir huyendo. Y digo ilógicamente porque no tenía nada que ver con la naturaleza de las preguntas que me formulaban, tampoco con el grado de dolor e incomodidad que me producían los recuerdos que me veía forzada a evocar. Que va. En realidad tenía más que ver con que Isaiah y libertad se las apañasen casi siempre para colocarse a mis flancos... motivo por el cual, como agravante añadido a mi infelicidad, veía como Jamie y su alentadora sonrisa se camuflaban entre el resto de oyentes.

Las preguntas de Doc eran siempre de orden practico. Cómo se las ingeniaron mis padres para dar esquinazo a los buscadores y recogerme... Si seguían presentes los anfitriones entonces... Dónde conseguíamos las medicinas... Otros en cambio solamente sentían morbosa curiosidad, como Lacey. Ella fue la que preguntó quién decidió aceptarme y protegerme primero... y si tuvo que convencer al otro. Y contrariamente a lo que esperaba, tío Jeb nunca intervino. Cuando, por puro azar, nuestras miradas se cruzaban en mi búsqueda de la de Jamie, simplemente me guiñaba un ojo o esbozaba una inmensa sonrisa...

...A Libertad en cambio le fascinaban las pequeñas anécdotas de mi niñez. Y precisamente estaba complaciéndola cuando la inesperada aparición de cuatro figuras cubiertas de polvo de los pies a la cabeza rompió el silencio; disolviendo instantáneamente la reunión y mi modo de vida.

Lily y Heidi eran buenas compañeras de habitación, incluso sospecho que me cedieron el rincón más acogedor de la cueva... Mi colchón era tres veces más cómodo que el duro catre del reino de Doc... las sábanas más suaves y la manta más esponjosa... Incluso me habían traído una almohada de plumas... y sin embargo habría dado cualquier cosa por retroceder en el tiempo, aunque eso significase volver a pasar por la dura etapa de profesora informal, que gracias al cielo ya había concluido.

Y en cuanto a Jamie..., bueno..., digamos que me pasaba el día recordando, con cierta nostalgia y una pizca de frustración, como en numerosas ocasiones, estando juntos en el hospital de Doc, mi habitación improvisada, me había llegado a preguntar a mí misma qué más le podía pedir a la vida... Como, al margen de ser correspondida en mi amor imposible, jamás se me ocurrió que pudiese existir algo más que desear...

...Ahora en cambio sé que lo hay. Ya lo creo que lo sé. Que entre nosotros no cambiase nada. Pero eso es imposible. Todo cambia, crece, evoluciona... e incluso muere. Y por mucho que me pese admitirlo en lo que a él respecta, lo cierto es que las relaciones y afectos no son ninguna excepción; como muy bien había comprobado durante mi proceso de integración con todos aquellos que ahora consideraba mis amigos y familia.

Puede que mi amor por él aumentase día a día hasta hacerme desear gritarlo a pleno pulmón..., pero eso no era ninguna garantía de que su cariño no pudiese menguar... e incluso llegar a extinguirse. Pero claro, eso es difícil de juzgar cuando apenas si ves a la persona en cuestión más de dos minutos a solas...; o algún día que otro.

Hoy, por ejemplo, una vez más, no formaba parte de mi cuadrilla de trabajo. Así que, cuando anunciaron el descanso para comer, no fue sólo el apetito lo que dio alas a mis pies... Y, una vez más, al llegar a las cocinas comprobé con desilusión que mi turno de comida tampoco coincidía con el suyo y... por consiguiente, una vez más, me sentí miserable y sin apetito.

De hecho, si me dirigí al mostrador donde estaban expuestos los alimentos, con el alma pesando como bolitas de plomo alojadas en los pies, fue por pura inercia. Una vez allí hice caso omiso de las exquisiteces frescas que brindaba el alijo recién llegado y tomé un tosco panecillo de los pocos que quedaban del día anterior. Me entretendría jugueteando con él mientras simulaba prestar atención a la animada cháchara de Isaiah, que como siempre, ya me estaba reclamando para que fuese a sentarme con él.

Forcé una sonrisa en respuesta a la suya cuando tomé asiento. Y a los pocos minutos me sorprendí a mí misma riendo sus gracias. No sé como se las apañaba, pero parecía tener un don especial para aliviar mis penas y animarme, aun sin ser consciente de ellas. ¿Por qué nadie lo era? ¿O sí...? En cualquier caso, estar con él siempre resultaba agradable y divertido... y por supuesto, mucho mejor que consumirse en la añoranza por Jamie. Añoranza que, invariablemente, se veía acentuada todas las noches en los instantes previos al sueño; y algún que otro amanecer también... Entonces era cuando más extrañaba nuestra antigua complicidad: Echaba de menos nuestras largas conversaciones, su respiración, observarlo dormir cuando yo no podía hacerlo...; el vuelco que daba siempre mi corazón al ver su hermoso rostro nada mas abrir los ojos, tras despertar de un sueño tranquilo y reparador...

Mmmm... Un sueño tranquilo y reparador..., algo que también comenzaba a echar de menos, por cierto. Quizá por eso estuve a punto de dormirme durante la cena, a pesar de que al fin veía cumplido mi deseo y tenía a Jamie a mi lado.

- No me digas que ese par de cotorras te tienen toda la noche en vela. –Bromeó refiriéndose a mis compañeras de alojamiento, que acababan de retirarse a descansar, mientas me revolvía el pelo– Y yo que creí que te dejaba en buenas manos...

- Anda vete a dormir, cielo. –Me ordenó con dulzura el tío Jeb. Y aunque a regañadientes, lo hice...

... o lo habría hecho si a medio camino no me hubiese alcanzado Jamie.

- ¡Elen, espera! –Me llamó.

- ¿Pasa algo? –Inquirí más desconcertada que curiosa.

- Pasa que creo que ya es hora de que hablemos seriamente de ti y de mí –desvío la mirada antes de continuar, un poco menos decidido.– Hoy... hoy me he dado cuenta de algo muy importante, ¿sabes?.

- ¿Sí? ¿De qué? –Pregunté con el corazón a punto de escapárseme por la boca.

- Pues... Hoy al medio día te vi hablando con Isaiah. Parecías... Parecías tan a gusto que eso me dio mucho en que pensar...

Tragué en seco, pero fui incapaz de volver a hablar..., e incluso de respirar.

- Creo... dudó– creo que desde que llegaste te he estado monopolizando bastante.

No me gustaba esta conversación. Desde luego no se parecía en nada a lo que me imaginé cuando comenzó ¿A que venía?. No podía ser que estuviera celoso, ¿o sí?. Mi corazón se aceleró lleno de esperanza.

- Supongo que es hora de que os deje espacio. –Bufó y esbozó un amago de sonrisa triste mientras negaba con la cabeza. Luego, sin mediar una sola palabra más ni esperar algún tipo de respuesta por mi parte, dio media vuelta y comenzó a alejarse.

- ¡Espera! –Grité. Bueno..., debí ser yo. Porque en aquel túnel no había nadie más y porque era mi voz la que rebotó en las paredes rocosas, pero...

Se detuvo en seco. Aunque no se giró para mirarme.

Lo estaba perdiendo. Eso es lo que estaba pasando y debía hacer algo. Quizá fuese un error y lo acabase de estropear todo, pero las palabras comenzaron a salir de mi boca, esta vez sí, nada más formarse en mi mente.

- Yo..., yo no quiero... –Por fortuna se me quebró la voz. Esas décimas de segundo sirvieron para darme cuenta de que no podía decirle la verdad, al menos no sin saber antes lo que para él significaba ese "dejar espacio". Así pues, rematé la frase con un "no verte".

Todavía sin volverse, se encogió de hombros.

- No es que la cueva sea muy grande, ¿a que no?. Lo más probable es que tropecemos constantemente. –Murmuró con cierta frialdad. Aquellas palabras, y más que nada el tono con que las pronunció, fueron como un golpe seco en mi pecho.

¿Por qué no me miraba? ¿Era consciente de lo cruel que resultaba su actitud?... Seguramente no. Simplemente se mantenía ahí, de espaldas..., con los brazos colgando a los costados... Deshaciéndose por fin de su obligación de niñera sin pararse a considerar la conveniencia o no del método empleado. Y mientras tanto, mi mente, pobre ilusa, no dejaba de hilvanar aquella otra posibilidad: ¿Y si eran los celos los que le impulsaban?

- No me refería a eso. Yo...

Me adelanté unos pasos. Y con mano temblorosa, deslicé deliberadamente lento un dedo a lo largo del interior de su antebrazo mirando fijamente el camino que trazaba.

Era la primera vez que le tocaba de ese modo. Nunca antes había reunido el suficiente valor. Pero ahora buscaba cerciorarme de si él sentía a no una descarga eléctrica similar a la que hormigueaba por mi piel cuando me tocaba..,. porque eso sería una sólida prueba de que sentía por mí algo más que un cariño fraternal, ¿no?

No se apartó, ni su bello se erizó, mas escuché claramente un ahogado suspiro. ¿Se habría disgustado?

Pues claro que sí. Era imposible que él viese en mi a su mujer, su compañera. Durante unos segundos me había permitido soñar. Y había ido demasiado lejos. Puede que todas las mujeres de allí fuesen demasiado mayores para Jamie... pero aquel suspiro me recordó que yo no era mucho mayor que Libertad. Que a sus ojos, no sería más que una niña inexperta de 15 años.

Dejé caer la mano y me alejé un paso, sintiéndome hundida y un poco menospreciada.

- ¿Tú, qué? –Preguntó mientras se giraba lentamente.

Bajé la mirada para rehuir la suya. Luego incliné la cabeza sobre el pecho y negué enérgicamente con ella.

- Dímelo –Suplicó mientras levantaba mi barbilla con dos dedos.– Por favor. Quiero saberlo –Exigió con dulzura.

Tragué ruidosamente. Cerré los ojos e inspiré profundamente para tranquilizarme. En cuanto vacié los pulmones me arrojé de cabeza a la sartén. Completé mi humillante confesión. Total, ya que más me daba. Si todo estaba perdido... poco importancia tenía que mi orgullo siguiese el mismo camino.

- Yo... –musité casi sin voz– Te amo.

Apenas una décima de segundo más tarde, unas cálidas manos sujetaban mi cabeza mientras unos labios, suaves pero ardientes, presionaban los míos robándome el aliento.

Me dejé llevar. Era mi primer beso, y robado o no, quería disfrutarlo al máximo.

Un pequeño cosquilleo en el vientre..., una ligera sensación de ingravidez..., y de pronto, algo grandioso sacudió mi interior por completo, concentrándose y estallando en mi pecho haciéndome sentir débil y poderosa al mismo tiempo. Mis manos, por iniciativa propia, buscaron enredarse entre sus largos cabellos...

...Pero solamente encontraron aire.

Abrí lentamente los ojos. Era vagamente consciente de la realidad que me aguardaba, y no tenía ninguna prisa por enfrentarme a ella. Lo cierto es que habría dado cualquier cosa por demorar unos minutos más aquel encuentro. Pero la verdad, hiriente y fría como cuchilla de acero, se abrió paso a través de la acogedora bruma que mantiene al cerebro amodorrado tras un buen sueño: Después de todo, sí que me había ido a dormir.

Con los ojos anegados de lágrimas... con el corazón estrujado en el puño de hierro de la congoja... agudicé el oído hasta ubicar en la oscuridad a mis dos nuevas compañeras de habitación. Sus respiraciones acompasadas me indicaron que disfrutaban de un sueño placido que, inevitablemente, envidié.

Puede que, físicamente, Jamie volviese a la cueva que compartía con Aarón y Brandt pero... eso no impedía que siguiese formando parte de muchas de mis noches. Algunas, como esta, de forma tan intensa que..., no pudiendo reprimir por más tiempo el mar de sollozos que me estaba ahogando, con el corazón literalmente roto en un millar de trocitos sangrantes, abandoné de puntillas el dormitorio temiendo despertarlas y corrí a refugiarme, como tantas otras noches, al único sitio donde sabía que nadie me escucharía, la sala de juegos, para poder desahogarme dejando fluir libre e incontenible mi llanto hasta que no me quedasen más lágrimas o hasta que me venciese el sueño, lo que sucediese antes.

No quería ni imaginar que pasaría cuando llegase la época de lluvias... ¿Dónde iría cuando esa fuese la habitación común? ¿Empeorarían mis sueños al volver a tenerle cerca por las noches?...

Las respuestas a esas dos cuestiones no se hicieron esperar demasiado; dos semanas a lo sumo: La zona de almacenaje y... un rotundo SÍ.

Pero ahora, al año justo de mi llegada a las cuevas y coincidiendo con el día de su diecinueve cumpleaños... me proponía dar respuesta, de una vez por todas, al par más vital de todas cuantas me hubiese planteado jamás: ¿Realmente era mi amor tan imposible como yo me empeñaba en creer? ¿O..., por el contrario..., me amaba tan en silencio como yo a él?

Dedicado a Lullaby ¡Feliz Cumpleaños !Pero muy especialmente a todos los que seguís esta historia pacientemente desde su comienzo. Sois los mejores lectores que nadie pudiese tener. Un millón de gracias! Y un epílogo (Lo publicaré el viernes... si es que tengo capacidad para esperar jajaja pues ya lo tengo escrito)

ELECTRICA

viernes, 18 de febrero de 2011

AVISO IMPORTANTE

Si nada lo impide (rotura de compu... falta de internet...) El lunes último Cap de "LA HÚESPED Nº 37 (15 - Resolución) Y el viernes el epílogo.

martes, 15 de febrero de 2011

Jamie y Elen - Cap 3 - Isaiah


CAPÍTULO 3 – ISAIAH

ISAIAH POV

La hora de la cena se aproximaba pero yo me la saltaría esta vez. ¿La razón...? Que sabía a ciencia cierta que ELLA estaría allí, pues había oído comentar que era su turno de amasar el pan, y que... que no soportaría ver aparecer el miedo en sus hermosos ojos... Esta noche no. No cuando además tenía que lidiar con los tres sentimientos que me estaban devorando por dentro: celos, odio y muy por encima de todo, culpa.

Esperé hasta que no quedó nadie a quien ceder el turno en la piscina, y luego me sumergí en ella por lo que me parecieron horas; –últimamente el tiempo parecía discurrir mucho más lento.– aunque probablemente no llegase ni a los veinte minutos cuando Andy, un rezagado quizá, o tal vez el pionero de una nueva oleada, preguntó dudoso desde la entrada si había alguien.

Con un juramento silencioso salí del agua y me vestí a toda prisa.

- ¿Te encuentras bien chico? Tienes mala cara.

No respondí. ¿Qué podría haberle dicho? No. Ni tan siquiera le miré cuando pasé a su lado con los hombros hundidos y la cabeza agachada.

Avancé a paso vivo por los oscuros túneles, pues tenía prisa por llegar a mi nuevo refugio, procurando pegarme al máximo a las paredes para no chocar con nadie en los que estaban más concurridos. Afortunadamente el ala de los dormitorios, mi objetivo final, estaba desierta.

Entré en mi cueva arrastrando los pies hasta que toparon con el borde del colchón, entonces giré sobre los talones y me desplomé sobre el.

« ¿Qué había hecho...? ¡Maldita sea! ¿!Qué demonios había hecho¡? »

- ¡Elen! –Grité a la oscuridad, ahogando mi voz contra el doble puño que formaban mis manos, aún a sabiendas de que nadie me escucharía, mientras me retorcía de dolor. El producido por su golpe, a pesar de su brutal intensidad, había desaparecido del todo relativamente pronto aquel fatídico amanecer... en parte quizá empequeñecido por uno peor... uno que amenazaba con desgarrar mi pecho... y que no me había abandonado desde entonces...

... Uno nacido de esta terrible certeza: Si alguna vez había tenido la más mínima oportunidad con Elen, y en el fondo de mi ser sabía que no, acababa de echarla a perder. Más que eso... había destrozado nuestro único vinculo posible: una sincera amistad; al menos por su parte.

Pero eso no era lo peor... No, lo peor había llegado después, de la mano del remordimiento, provocando que mi conciencia no dejase de atormentarme con lindezas como: miserable, canalla o mal nacido.

Ni siquiera saberme perdonado, que no absuelto de pecado, porque eso era lo único que explicaba que Jamie no se me echase en cima a puñetazo limpio cada vez que nos cruzábamos, me consolaba. Al contrario. Habría preferido mil labios partidos y dos mil narices sangrantes al mudo pánico de sus bellos ojos cuando reparaba en mi presencia.

Dicen que el tiempo lo cura todo. Ojalá fuese así para ella. En cuanto a mí... creo que tardaré bastante en perdonarme.

Cerré los ojos, no para dormir, sino para aislarme todavía más y sumirme en la profunda reflexión que llevaba eludiendo todo el día.

Lo que verdaderamente me hacía sentir mal era que había dañado a la mujer que amaba, cierto, pero también el porqué lo había hecho: por celos... ¿Pero qué clase de celos?

Una vez más, las dudas me corroían removiendo los cimientos de mis sentimientos. De "todos" mis sentimientos. Esta vez las dejaría crecer y expandirse.

¿Envidiaba a Jamie por qué ella le quería? ¿Por qué hubiese estado con ella desde el primer día? ¿Por qué, en cierta forma, era como si se la hubiesen servido en bandeja; negándome a mí cualquier oportunidad de conquistarla?... ¿O la quería para mí precisamente por eso? Por qué él la tenía...

... No. Yo la quería...

« ¡La quiero! –me corregí automáticamente, furioso conmigo mismo por haber empleado el tiempo pasado. »

...La querría aunque no existiese Jamie; de igual modo y con la misma pasión que seguiría despreciándole a él aun cuando no hubiese sido el elegido. Y es que, desde que entre en la adolescencia, no sé por qué razón, ya no veía en aquel muchacho a un compañero o a un modelo a seguir... sino a un rival.

Sentía que cada muestra de cariño que recibía de Jeb, por muy tío suyo que fuese, o de Wanda, o de cualquier otro miembro de la comunidad, me habían sido directamente arrebatadas. Ilógico o no, si echaba la vista atrás, no me parecía justo que él recuperase a su hermana cuando mi padre había desaparecido para siempre... E incluso me enervaba escuchar las murmuraciones especulativas de mamá sobre mi hermana y él... en realidad me ponían enfermo.

No. La llegada de Elen no hizo más que acrecentar estos malsanos sentimientos hasta sacarlos a la superficie. Y su amor por él... su clara y constante preferencia, elevarlo de categoría en mis antipatías hasta situarlo en el puesto de enemigo, llevándome a consumirme en el más puro odio. Un odio que, en los últimos tiempos, a duras penas si podía ocultar.

Sé que a Elen le agradaba estar conmigo..., pero siempre se alejaba para acudir a su encuentro, aunque solamente fuese en espíritu. Por eso no podía dejar de repetirme que tenía él, que ni siquiera se pispaba de su amor, que no tuviese yo, que besaba el polvo que ella pisaba...

Unas cuantas noches atrás, sorprendí a Lacey cotilleando con Sharon a la salida del baño... Al principio creí que moriría allí mismo de rabia y dolor, mas luego no quise dar crédito a las sucias palabras de aquella irritante mujer de lengua viperina... Y no obstante, esa misma noche cedí ante el tormento que suponía el no saber..., y cuando al amanecer las vi confirmarse con mis propios ojos... cuando la vi salir de su cueva... los negros celos me llevaron a cruzar la delgada línea que separa al amor del odio. Y la odie. La odie por entregarse a sus besos y caricias, unos besos y caricias que escocían como zarpazos sobre mi propia piel. La odie porqué, a pesar de que yo jamás había tenido ningún derecho sobre ella, me sentía engañado... Y ese odio ciego nubló hasta tal punto mi razón que la ataque. Porque eso fue lo que hice, atacarla con el propósito de borrar de su cuerpo todo rastro del de Jamie, sin detenerme a considerar que ambos se amaban y que yo era el único y verdadero elemento sobrante. Sí, la ataque matando con ello lo más hermoso que había en mi vida. Su cariño.

Y aun así, tan noble y generosa como siempre, me protegía con su silencio. Un silencio que me amparaba de las iras y el desprecio de todos, al mismo tiempo que, recuperada ya la cordura, lograba algo que habría dado por imposible; que la amase todavía más que antes.

Agudicé el oído. Creía haber escuchado un rumor de pasos cerca de la entrada.

- Isaiah, ¿puedo entrar? –Preguntó mi hermana en tono preocupado.

Abrí los ojos y me incorporé, quedándome sentado al borde del colchón, antes de concederle el permiso.

- Andy me dijo que le parecía que no te encontrabas bien..., y como sé lo mucho que te cuesta admitir que estas enfermo...

- Estoy bien. –Mentí. Bueno..., no exactamente; al menos no desde un punto de vista estrictamente físico.

- Vale. Por si acaso traje tu cena y... –Ahora, más tranquila respecto a mi salud, su voz delataba un misterioso entusiasmo– una noticia importante. Jeb a anunciado que Jamie y Elen son pareja y a pedido voluntarios para excavarles una habitación. ¡No es maravilloso!

- Sí, lo es pequeña –murmuré agradeciendo que el amparo de la oscuridad reinante no le permitiese apreciar el grotesco rictus que la desolación acababa de tallar en mi cara.

Mamá suele decir que: "cada pecado tiene su penitencia", y que "de bien nacidos es ser agradecidos"... pues bien yo acababa de encontrar el medio de "matar dos pájaros de un tiro": Agradecería a Elen su natural bondad mientras buscaba perdonarme a mí mismo a través de un supremo sacrificio.

- ¿Querrías hacerme un favor, Liv? Corre a decirles a Jamie y a Jeb que cuenten conmigo, anda.

Y quien sabe, puede que incluso lograse que ella dejase de temerme.

Dedicado a Romina Javiera y a Natii.

¿Seguimos o lo dejo ya? XDD diganme chicas

lunes, 7 de febrero de 2011

La huésped nº 37 - Cap 14 - Contra viento y marea


CAPÍTULO 14 – CONTRA VIENTO Y MAREA

Los maizales estaban muy altos y cargados de espigas repletas de gruesos granos. Este año, según decían, la cosecha era la más abundante que habían tenido nunca con diferencia.

Unos pocos, con tío Jeb a la cabeza, nos afanábamos desde bien temprano en su recolección, aunque lógicamente no por eso pudimos escapar de los ardientes rayos del sol, esparcidos y multiplicados una vez más por unos cuantos trozos de espejo estratégicamente dispuestos.

El calor, la sed y el dolor de espalda fueron en progresivo y constante aumento a lo largo de aquella interminable mañana, apagando los ánimos de todos hasta que las conversaciones y las caras amables dieron paso al silencio y a las avinagradas propias del cansancio. Para colmo Jamie actuaba de forma extraña desde la tarde anterior. Una y otra vez le sorprendía observándome con un brillo triste en la mirada... pero se hacía el tonto cada vez que le dirigía la palabra... ignorándome sin ningún disimulo.

Rectifico. Esta mañana me había hablado... pero solamente motivado por las escasas cuestiones que surgieron respecto al trabajo, aconsejándome esto o aquello... y la verdad no sabía que pensar al respecto.

¿Le había decepcionado al enfrentarme a Sharon? ¿Acaso habría preferido que "vegetase" en sus clases en vez de volver a los grupos de trabajo? ¿O es que, simplemente, una vez pasada la novedad y el misterio, se había cansado de tenerme a su lado?

Dicen que el tiempo se encarga de poner a las cosas y a las personas en su sitio... y para mi desgracia y descontento, el mío parecía perfilarse cada vez más y más alejado de Jamie, por mucho que me empeñase en luchar contra la corriente.

Quizá, después de todo..., ¿había llegado la hora de rendirse...?

Un mes antes, justo un día después de la trascendental conversación que Jamie y yo mantuvimos en este mismo campo, pero sobre todo de la posterior "reunión familiar" que organizó para poner al corriente a los demás, tío Jeb había puesto en marcha su "plan gradual de independencia". En cristiano y según palabras textuales de Trudy: "Despegarme de los pantalones del chico". Al principio consistió en mandarme a pequeños encargos: «Olvidé mi pañuelo en la cocina, ¿te importaría traérmelo?» «Se a terminado el agua. Anda ve y tráenos un par de botellas, cielo». Después fue encomendándonos tareas en las que, que casualidad, Jamie quedaba excluido en el último minuto con algún vano pretexto... hasta que su progresiva asiduidad resultó totalmente incompatible con la capacidad de disimular inventando inocentes engaños medianamente creíbles; terminando de paso por convertirlas en la norma general de trabajo.

Un cambio que, por extraño que parezca teniendo en cuenta mis deseos de no alejarme de él, terminé considerando una especie de bendición. Pues al caer la tarde, cuando volvíamos a reunirnos, siempre creía percibir en sus ojos un brillo especial... como si retirasen un velo de nostalgia... Y eso, aunque por supuesto podía ser solamente fruto de mi exacerbada imaginación, de mis secretos anhelos, me brindaba multitud de preciados microsegundos de alegría, pequeños retazos de felicidad en estado puro que atesoraba con las mismas ansias que un sediento recogería el rocío, si tal cosa pudiese hacerse, en mitad del achicharrarte desierto.

Además me quedaba el consuelo de que las noches en el hospital de Doc seguían siendo el mudo testigo de nuestras largas charlas; que ahora se veían nutridas con las anécdotas de nuestros quehaceres diarios por separado. Así que, después de todo, ¿qué más le podía pedir a la vida?

¡O si, claro! Por supuesto que había algo que deseaba con todas mis fuerzas. Pero... qué Jamie viese en mi algo más de lo que veía al mirar a Wanda..., se me antojaba totalmente descabellado, tanto como pedir la luna para desayunar.

No. Que me dispensase las mismas atenciones y muestras de afecto que tendría con una hermana pequeña, es a lo más que podía aspirar. Y aunque, gracias a Dios, no me lo llamase nunca, tanto para todos mis allegados como para mí misma, resultaba una verdad tan incuestionable como que tras la noche llega un nuevo día: aquella meta la habíamos traspasado hacía mucho, pero que mucho tiempo.

Y es que, finalmente, también yo había creado mis propias amistades y lazos familiares. Y a pesar de que, probablemente, no fuese del todo casual que fueran básicamente similares a los suyos, por eso de que "el roce hace el cariño", estaba bastante segura de haber seguido mi propio criterio a la hora de otorgar mi estima. Prueba de ello eran las sutiles diferencias tanto de grado como de identidad de algún que otro miembro de mi lista.

Trudy, Heath y Geoffrey eran lo más parecido a unos abuelos para mí. El cariño que me inspiraban y me brindaban encajaban perfectamente con la descripción que Jamie me hizo sobre ese parentesco. Mel, Wanda e incluso Ian eran una especie de hermanos mayores. Jared se asemejaba más a la figura autoritaria de un padre. De hecho me recordaba mucho al mío, pues ambos parecían saber en todo momento lo que tenían que hacer. En cuanto al tío Jeb... bueno, no tuve ni que replanteármelo. Por otro lado, en el bando de los amigos: Heidi, Lily, Sol, Doc, Isaiah y su hermana Libertad...

En resumen, a falta de poder pregonar a los cuatro vientos la identidad del amor de mi vida, todo estaba perfecto tal cual. Y por supuesto, en mi infinita ingenuidad, creía que nada volvería a trastocar mi pequeño universo. Pero me equivocaba.

Apenas una semana atrás me vi obligada a incorporarme a las clases con Sharon. Lo cual significaba que dejaría de trabajar, o lo que para mí era lo mismo, perdería las escasas oportunidades de compartir mis mañanas con Jamie y tendría que decirle también adiós a las tardes. En resumen, nos mantendrían alejados casi a tiempo completo y... ni que decir que traté de evitarlo a toda costa. Lamentablemente no tuve el más mínimo éxito. Tío Jeb no me creyó cuando alegué que me eran totalmente innecesarias. Lo cierto es que no le culpo por ello. ¿Realmente alguna vez existieron chicos a los que les gustase asistir al colegio? ¿Por propia voluntad?. Lo dudo.

Sharon no era buena maestra. Y no lo digo solamente porque le faltase preparación, ni porque me aburriese como una ostra escuchando materias que ya conocía, que también. Además le faltaban la paciencia y vocación necesarias. Amen de su cambiante estado de humor, ¿o debería decir de mal humor?. Su registro oscilaba de molesta a enfadada, pasando por furiosa.

Mis expectativas sobre su forma de ser se vieron ampliamente refutadas después de la primera media hora en "sus dominios"... y es que ha estas alturas ya tenía una opinión bastante clara sobre todos y cada uno de mis compañeros. Opinión que curiosamente Jamie me ánimo a expresarle no hacía mucho y, puesto que coincidíamos bastante en nuestras impresiones, o al menos eso me parecía, no tuve ningún reparo en declarar libremente:

« - Bueno... yo diría que ya nos conoces lo suficiente como para contestarme a esto. ¿Qué te parecemos?

- No me gusta Lacey Arrugué la nariz No me cae bien. Lo siento pero... No me parece buena persona. –Me apresuré a añadir sintiendo que necesitaba justificarme pese a la enorme sonrisa que iluminó su expresión serena.

- ¡Vaya! Se te da bien calar a la gente. –Comentó alentadoramente– ¿Alguién más?.

- Tú tía Maggie... –Vacilé– Ella es... Me hace sentir... no sé como explicarlo.

- Entiendo –Asintió levemente con la cabeza– Creo que sé a que te refieres. Que yo recuerde, siempre tuvo ese efecto en las personas. Es algo así como su sello personal.

Eso terminó de envalentonarme.

- Y bueno, Sharon y Doc no me pegan para nada juntos. Él parece tan bueno. Es tan amable y atento. Me habla siempre con tanta dulzura... –Volvió a asentir dándome la razón– Ella es todo lo contrario.

- Supongo que se complementan. –Reflexionó– Pero tampoco yo entiendo que vió Doc en ella, ni ya puesto como la soporta. Tiene siempre tan mal genio...»

En cualquier caso, debo reconocer que me habría mordido la lengua al respecto y soportado sus nefastas clases y su eterno mal genio, o parafraseando a Lily: "Su mala leche", con tal de estar cerca de Jamie. Pero él ya se ha librado de tener que soportarla y... pesé a que Isaiah es un chico muy simpático y Libertad una niña encantadora... sus presencias no son suficiente aliciente como para retenerme allí... así que, resumiendo, me las arreglé para librarme de ellas a los pocos días, ganándome de paso una eterna enemiga.

Supongo que a nadie le gusta que le demuestren sus limitaciones. Sobre todo si eso implica ver como le ofrecen tu cargo a la persona en cuestión. Aunque lo cierto es que ella se lo buscó por montar tanto revuelo. Nadie le mandó que molestase al tío Jeb hasta el punto de obligarle a organizar un consejo urgente para tratar sobre: "mi testaruda indisciplina". A mí me habría gustado solucionarlo de un modo más discreto, la verdad. Sobre todo porque aquel incidente me obligó a hacer precisamente las dos cosas que había estado eludiendo:

Primero. Demostrarle a media cueva mis conocimientos.

Y segundo. Proporcionarle al tío Jeb una herramienta eficaz de presión.

Desde que le hiciéramos participe de las particularidades de mi crianza, no había dejado de insistir para que narrara cada noche todas y cada una de las historias de las vidas anteriores de mis padres; tal y como hicieran en su momento Wanda y Sol. Siempre me negaba en redondo y conseguía escabullirme... ahora en cambio no me quedó más remedio que aceptar su sucio chantaje. A cambio de, y cito textualmente su rimbombante definición: "mi liberación de la etapa académica obligatoria que impera en su casa sobre los menores de 18 años", me vi forzada a comprometerme a hacerlo.

Sospecho que tarde o temprano, de una forma u otra y: "por el bien de los niños"; también acabará encontrando el medio de inducirme a compartir el escaso margen de "sabiduría docente" que, según el criterio de unos cuantos, él incluido, me colocaba por encima de Sharon.

Probablemente, lo único que lo detiene en estos momentos, puesto que no es de los que admite un no por respuesta, sea el temor a agravar la manifiesta tensión entre nosotras...

... No obstante, ni esa ni ninguna otra pretensión futura de aquel anciano, mitad genio mitad chiflado, ocupaba mi mente haciéndome trabajar como un autómata. Que va. Y sin embargo, como descubriría durante el almuerzo, precisamente había sido decisión suya y de Jared lo que sumía a Jamie en aquel extraño mutismo.

Como en muchas otras ocasiones, Libertad gritó mi nombre en cuanto puse un pie en las cocinas. A su lado, Isaiah palmeo el asiento que me tenían reservado..., sólo por si acaso. Y como cada vez que se daba esta circunstancia, no supe que hacer; pues mis ojos ya habían localizado a Jamie y comprobado el número de asientos libres a su alredor.

Simplemente me quedé ahí en medio, dudando entre hacer lo que realmente deseaba o cumplir con mis amigos, hasta que alguien me empujo por detrás para que avanzara. Justo entonces el tío Jeb apareció como de la nada; y poniendo un par de cuencos en mis manos terminó con mi dilema.

Simule un gesto compungido en honor a mis amigos; uno lo suficientemente teatral como para obtener la cantarina risa de la chica. Luego, sin mediar palabra, le seguí hasta el mostrador y tomé el asiento que me adjudicó, el del centro, depositando ante un ensimismado Jamie una de las humeantes vasijas.

No siempre comíamos todos juntos, así que no me habría extrañado la ausencia de Ian y Jared de no ser porque Mel y Wanda aparecieron solas y con semblante preocupado.

Saludaron al pasar sin mucho entusiasmo y se situaron al otro lado de Jamie, donde inmediatamente comenzaron a marear su comida... Desconcertada, pasee la mirada por el resto de los comensales con la esperanza de localizarlos absorbidos por alguna conversación... y me tope con otra chica inapetente, Paige.

Ella notó mi mirada y me la devolvió cargada de... ¿resentimiento?. No tuve ocasión de indagar sobre que estaba pasando. Tío Jeb reclamó mi atención cortando aquella línea de pensamiento.

- He estado pensando... Ya va siendo hora de que te instalemos en condiciones, ¿no crees?. –Soltó de improviso a modo de pregunta retórica, obviamente, pues inmediatamente continuó hablando; no ya sin concederme el margen de replica, sino sin apenas respirar entre frase y frase– Jared está de acuerdo conmigo. Por eso hemos organizado una expedición a la antigua usanza con algunos de los chicos. Hay ciertas cosas que ni Wanda nos puede comprar. Ya sabes. Por la entrega a domicilio y todo eso.

Se me abrieron los ojos como platos mientras las primeras piezas del puzzle, autenticas losas de granito colocadas sobre mi espalda, empezaron a encajar.

- No te preocupes, cariño. Lo tenemos todo previsto –prosiguió tras dedicarme una de esas enormes sonrisas tan suyas. Una de las que ocupan toda la extensión de sus mejillas.– Como has hecho tan buenas migas con Heidi y Lily, y teniendo en cuenta que en su cueva hay espacio suficiente... Bueno..., lo cierto es que están encantadas con la idea de que te instales con ellas. Incluso ya han pensado cual es la mejor distribución para colocar el tercer colchón y el resto de tus cosas...

... bla... bla...bla...

Sé que seguía hablando. Podía apreciar la cadencia monótona de su voz, allá en alguna parte, aunque ahora era como el gorgoteante discurrir del gran río mientras lavamos la ropa. Lo oyes, pero ni se te pasa por la cabeza detenerte a escucharlo.

... bla... bla... bla...

Mi mente solamente atendía a la creciente necesidad de gritar un rotundo NO. No a que aquellos hombres arriesgaran su vida por mi culpa... Y total, ¿para qué? ¿Para que tuviese una cama más cómoda?... No a invadir el espacio vital de las chicas... Pero sobre todo, no a separarme de ÉL.

Abrí la boca, sin embargo no fui capaz de emitir ningún sonido. Volví a intentarlo, no una sino dos veces, con idéntico resultado. Y mientras tanto, el anciano, haciendo caso omiso de mi reacción, o tal vez demasiado metido en su exposición, continuaba parloteando alegremente sobre el fututo que habían diseñado para mí. Pero yo seguía sin escuchar. Es más, a estas alturas, el alocado galopar de mi sangre reverberaba en mis oídos ahogando sus palabras.

No me percaté de la escasez de aire que padecían mis pulmones, constreñidos por la tensión, hasta que Jamie me cogió una mano y la apretó amistosamente. Eso me trajo de vuelta, restableciendo inmediatamente todos mis sentidos.

- Todo va a salir bien. –Susurró– No te preocupes, pequeña. Jared siempre trae a todos de vuelta... y yo estaré en el corredor de al lado.

Un nuevo malestar brotó en mi pecho: Remordimientos. Nunca antes me había planteado que Jamie tenía un lecho y un rincón más acogedores esperándole.

N/A: Este cap va por y para todos mis seguidores, actuales y futuros. Mil Gracias por estar ahí !

Contra viento y marea... así lucho yo para seguir publicando. Ya falta menos para llegar al final de esta historia chic@s.

ELE